¡Qué bien se está aquí!
Dirán desde el cielo nuestros hermanos cuyas cenizas reposarán en el nuevo columbario de nuestra Hermandad, y gozarán con seguridad de esta expresión del Evangelio de San Lucas: ¡qué bien se está aquí! Descanso eterno a la espalda de nuestro Cristo para aquellos que ya han debido ver al Señor cara a cara, como se relata en la Palabra del segundo domingo de esta próxima cuaresma.
Y es que este evangelista relata la transfiguración del Señor narrada en un contexto de oración. Jesús subió a una montaña alta, al Tabor, y se transfiguró. Su rostro cambió, sus vestidos brillaban de resplandor. Es como el anuncio que Cristo quiere hacer de facto, pero asumiendo al mismo tiempo, su ser corpóreo en una sola realidad.
El Señor anuncia a los presentes que Él estaba viendo lo que después de la muerte sucedería. Comentaba Jesús que iba a ir a Jerusalén y que lo iban a matar. Moisés y Elías hablaban de su éxodo que iba a consumar en Jerusalén, el paso de este mundo al Padre, al cielo. Cuando esto iba a suceder, sería también en la compañía de Moisés y Elías con todos los santos del cielo, porque así estaba escrito y así estaba anunciado.
Cristo, a pesar de que nosotros lo vemos en la capilla, ya muerto en la excepcional talla de Ortega Bru, sabía que tenía que padecer, pero también que al tercer día resucitaría. Esta realidad tiene en este Año Jubilar de nuestra Hermandad un doble sentido: la alegría y el gozo de cumplir 75 años con la seguridad de hacer caridad elevada a lo máximo que nuestras posibilidades nos permiten y por otro lado, hacer nuestra esa frase “qué bien estamos aquí”, qué bien se está en el cielo, qué bien se está con Jesucristo, qué bien se está en nuestra Capilla y en nuestra Hermandad con nuestro Titulares, donde parece escucharse una voz, con la que se escuchó en el Jordán y el en el Tabor: “Éste es mi hijo elegido, escuchadlo, obedecedlo”.
la alegría y el gozo de cumplir 75 años con la seguridad de hacer caridad elevada a lo máximo que nuestras posibilidades
El mensaje es muy claro: no tengáis miedo que lo que Él anuncia, a través de su Palabra y sus hechos, es que es verdad que no hay resurrección sin pasar por la muerte, que no hay alegría que no sea perdiendo la vida, que no hay alegría sin amar al otro y que para amar hay que perder el yo y resaltar el tú. Esta gracia y esta esperanza no pone de manifiesto que no hay sufrimiento que, aceptado y asumido, no tenga su recompensa Será la alegría de vivir, será el cielo donde nuestros hermanos ya reposan junto a nuestro Cristo.
En este último curso, y por lo tanto última Cuaresma, como hermano mayor de nuestra hermandad, aún mantengo intacta la ilusión y el amor por llevar a cabo el proyecto que desde esta Junta de Gobierno nos marcamos. El calendario ha sido muy caprichoso con la interrupción de los años de pandemia. Parece que la cronología quería que este año cumpliéramos, si no todos, la mayoría los objetivos que en su día nos marcamos.
Estamos inmersos en este 75 aniversario que mensualmente nos ofrece la posibilidad de una formación muy específica acerca de la figura de nuestra titular Santa Marta. Ponencias de un interés relevante, no solo acerca de lo que celebramos y de los orígenes de nuestra hermandad, sino de la figura de esta excepcional mujer, amiga de Jesucristo.
Es una realidad, como veréis en las páginas de este boletín, que tras un período de sequía juvenil existe un nutrido grupo de jóvenes que comienza a estar integrado en la vida de la hermandad, con las actividades que la Diputación de Juventud va marcando, siempre en torno a la Iglesia y a los ambientes de una juventud cristiana.
Celebraremos nuestros cultos con la misma ilusión y el estilo que nos caracteriza desde siempre, si bien este año cada quincena estamos celebrando la Eucaristía con peregrinaciones de hermandades e instituciones, que vienen a compartir con nosotros el júbilo que nos ha tocado celebrar en este año de gracia con motivo de nuestro aniversario. Celebraremos un piadoso Vía Crucis de forma externa por las calles de la feligresía, siempre que el tiempo no lo impida. Recuperaremos la procesión eucarística en el mes de junio, para anunciar a nuestros feligreses y hermanos que Dios está realmente presente en ese misterio.
Volveremos a San Bartolomé, después de más de setenta años, para dar gracias a Dios por aquella bendita idea que tuvieron nuestros hermanos hoteleros fundadores sembrando el germen de lo que hoy día es esta preciosa hermandad.
Y como no podía ser menos, seguiremos al pie del cañón en la tarea de la diputación de Caridad, no solo manteniendo a los hermanos de Ucrania que aún quedan entre nosotros, sino a todas las instituciones, hermanos y personas necesitadas que siguen necesitando de nuestra ayuda y que calladamente la Hermandad socorre. Muy especialmente este año nos hemos embarcado en un proyecto de caridad ambicioso, que necesitará de todos los hermanos, porque la caridad la tenemos que construir entre todos. Además del Proyecto de Emancipación de Jóvenes cuya cena benéfica hemos aplazado para el mes de junio, la citada misión de Ucrania y todos los proyectos que habitualmente atiende esta diputación, hemos añadido el incremento a las becas Santa Marta del seminario, así como la dotación para el equipamiento nuevo de la cocina de la guardería la Providencia del Polígono Sur, y el proyecto formativo para mujeres en riesgo de exclusión social, de la parroquia de la Blanca Paloma y la Candelaria, dos de los barrios más pobres de Sevilla.
Quisiera que este año después de tanto periodo extraño que ha pasado por nuestra vida, podamos disfrutar de esas cuatro horas de la estación de penitencia, qué tanta falta nos hace, para encontrarnos a solas con nuestro Cristo y prepararnos espiritualmente para una Pascua más, para disponernos a recibir lo que el Señor nos tenga preparado en la vida.
Es mi última Cuaresma como Hermano Mayor, y no deseo despedirme en este momento, pues aún quedan algunos meses por realizar muchas cosas. Cuando llegue ese día, volveré a disfrutar de nuestra hermandad como un hermano más. Seguiré en la Hermandad que tanto quiero y a la que tanto debo, con la misma ilusión que he puesto en estos años.