Si recibo, es para dar
Cuando está la presencia de Dios en el corazón de los hermanos todo es distinto, todo lo hace nuevo. Primero, porque uno está contento con lo que Dios le da y, segundo, porque hace que nos apremie la comunión con el otro, pues cuando existe la descomunión, realmente, nos encontramos mal. Así, el Evangelio de Lucas, en su capítulo 10, nos narra la visita de Jesús a la familia de Marta en Betania con la ya conocida expresión del Señor -“Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa”- cuando Marta está afanada por el servicio, y su hermana María escucha atentamente la Palabra.
Jesús va a Betania, con cierta frecuencia, a ver a estos hermanos a un espacio donde se podía descansar y estar a gusto. Jesús iría, posiblemente, con los apóstoles. Por eso Marta estaría tan ocupada en hacer las tareas, porque se supone que se- rían más de uno en la visita. Marta seguro que preparaba las cosas por su hospitalidad. Para el pueblo hebreo, incluso hoy día, ser hospitalario es muy importante. Es, en este momento, cuando Marta se afana; su hermana permanece embobada, mientras Jesús habla, y Marta de forma natural expresa que está cansada y reclama la ayuda de su hermana.
El Señor, como siempre, va a algo más profundo, no se queda en una contestación meramente humana y contesta desde la fe, desde la otra orilla. Lo normal hubiera sido que reprendiera a María, pero el Señor dice algo más hondo dirigiéndose a Marta y le comenta que su inquietud y nerviosismo, con tantas cosas que le agobian, son vanas, ya que solo una era necesaria y que María había escogido la mejor parte que ya nadie le quitaría.
Si recibo, es para dar ¿Te imaginas la cara de Marta? ¡Vaya jarro de agua fría! Y es que el servicio solo se puede hacer desde el agradecimiento. Si siempre esperamos la respuesta del otro, esa respuesta a buen seguro, en multitud de ocasiones no será satisfactoria. Por esto, debemos estar agradecidos a Dios por lo que hace en nuestras vidas, porque servir es, con mucho, lo mejor, y ese sentido de gratitud lo da el encuentro personal con Cristo. Con ese agradecimiento sirvo, y con ese espíritu no te puedo exigir respuesta a mi servicio. Por esta acción de gracias a Dios sirven nuestros hermanos en las misiones, los religiosos en sus vocaciones, los laicos voluntarios... Todo es alabanza a Dios.
Es condición humana el servir a alguien y no esperar respuesta. Hay que vivir la vida en la clave de Marta, servir siempre sin esperar nada del prójimo, contentos, sabiendo que estamos pagados por lo mucho que Dios nos da. Vivir así es, por lo tanto, una gracia y un don. Por eso, el Señor le dice a Marta que la está viendo inquieta y nerviosa. -Anda Marta escucha tú un rato y verás cómo coges fuerzas y energías para servir cien veces más sin murmurar y sin quejarte-. Debemos servir, y si juzgamos a los que servimos, el juicio nos mata.
Con este espíritu de servicio seguimos en este desierto cofrade, que no de hermandad, afrontando un segundo curso lleno de esperanza. En primer lugar, lo que todos añoramos y deseamos es el fin de la pandemia, que esta atroz forma de vida con la salud siempre alerta y muchas veces vapuleada, incluso vencida, finalice. Que perseveremos en orar para que todo regrese pronto a su rumbo, aunque Dios nos tenga marcado el destino a cada uno. También nuestra hermandad, podría (eso comentan los expertos, aunque yo no lo veo nada claro) volver a llenar de nazarenos San Andrés, y por supuesto, contad ya con ello, otras estancias cercanas a las que nos tendremos que acostumbrar en los años venideros como consecuencia de esta situación. Nuestro proyecto de emancipación de jóvenes, obra social primordial en la diputación de Caridad desde hace cuatro años, se ha prorrogado y acordado con la Congregación de San José de la Montaña hasta octubre de 2023, fin del mandato actual de esta Junta de Gobierno. Gracias a ello, son ya muchos los jóvenes que, gracias a la hermandad, encaminan adecuadamente su vida. Todo lo demás, marcha. Aunque algunas acciones van con el marchamo de la burocracia de nuestro país que enlentece todo: El ansiado columbario y, ahora, la restauración del retablo de nuestra capilla sacramental. Por lo demás, todo está como se había previsto. Es tiempo de trabajar y de hacer realidad los proyectos, como los muebles nuevos de la capilla que ya están en su primera fase, la nueva insignia de la Bandera de Tierra Santa, y otras restauraciones de menor índole que se están llevando a cabo.
Un curso más disfrutaremos del Grupo de Oración, dentro del marco de todos los cultos anuales que estamos deseando celebrar y que comenzaremos este mes de octubre con el Triduo a Santa Marta, a los que estamos todos convocados. Los martes, día principal de la convivencia en torno a nuestros Titulares, el día de la semana de nuestra hermandad, que compartiremos semana a semana. Se avecina una interesante etapa formativa con nuevos aires de sesiones de formación en unión con nuestra Parroquia, y el gran reto de la Juventud que esta pandemia también ha frenado en demasía. Por último, ya estamos trabajando para conmemorar el 75 aniversario de nuestra hermandad en 2023, donde lo celebraremos dentro del estilo que nos caracteriza.
Este tiempo tan atípico ha hecho que casi una treintena de hermanos, a los que desde aquí felicito por adelantado, celebren sus bodas de oro en la hermandad a los pies de Santa Marta el día de su Función el próximo 17 de octubre, en lugar del día de la Función Principal de Instituto. Será con unos meses de retraso, al igual que nuestra comida anual de hermandad que, si todo va bien, celebraremos ese mismo día. Y por último, en esa jornada NHD José Luis López Naranjo recibirá la medalla de oro de nuestra hermandad, porque él ha aunado la inquietud y nerviosismo de nuestra titular Santa Marta, pero también ha escuchado la Palabra como María y siempre ha dado gracias al Señor por todo lo que le ha dado a él como persona y a su hermandad.
Por último, imploremos al Señor que nos deje ver lo mucho que Dios nos ha dado. Nos ha dado todo para que demos a los que nos rodean un poco y para que nuestra soberbia no nos impida ver la clave del agradecimiento. No nos merecemos más. ¿No estamos contentos por lo mucho que Dios nos ha dado? Si yo recibo, es para dar.