A ti, con tu nombre y apellidos

N.H.D. Antonio Távora Alcalde
Antonio Távora Alcalde
 

Tenemos como cristianos comprometidos, como hermanos de Santa Marta, el compromiso de evangelizar, de anunciar el Evangelio en nuestros entornos, en nuestras familias.

Afrontando con alegría, -porque veníamos todos a servir con alegría, como escribía en este mismo boletín hace ahora dos años-, los últimos meses del mandato actual de esta Junta de Gobierno, me dirijo a ti en estos preciosos días que se avecinan como cada año en nuestra Hermandad. Han pasado casi tres años, y nuestra corporación rumbo al frente, fiel a su estilo y tradición ha seguido el sendero marcado, por nuestros queridos antecesores de anteriores Juntas de Gobierno.

Celebramos una peculiar y casual efemérides en este ejemplar de boletín, siendo el número 100, donde tras 42 años podemos repasar la vida de nuestra Hermandad con un progreso en calidad, contenido y edición que sitúan a nuestra publicación en una de las más señeras de las hermandades de nuestra Archidiócesis, todo ello gracias al desinteresado esfuerzo que, desde febrero de 1978 hasta estos momentos, han prestado nuestros hermanos que han estado al frente tanto en la dirección, como en los diferentes consejos de redacción. Sin embargo, hay algo que a pesar del paso de los tiempos no ha cambiado, y es que hemos sido fieles a nuestro lema: Charitas Christi urget nos. Es muy curioso ver que siempre hemos sido fieles a nuestra línea de actuación y preocupación por los demás; por los demás en el culto, por los demás en la formación y por los demás en sus necesidades, fines que boletín a boletín seguimos transmitiendo. Y ahora también, por los demás en la oración, en la individual y en la de grupo.

Comunicaba que aún estamos llenos de alegría por los meses que nos restan, y también ilusionados en efectuar una espiritual estación de penitencia en este próximo Lunes Santo, donde otra vez el Señor nos dará la oportunidad de tener un encuentro, de cuatro horas, a solas con Él. Disfrutaremos de una, estoy seguro, preciosa meditación ante nuestro Cristo, del traslado al paso de nuestra bendita imagen, del solemne besapiés al Señor, de los actos cuaresmales propios de nuestra Hermandad, y del rezo de las catorce estaciones por esa Vía Dolorosa que nuestra hermandad recorre convirtiendo angostas, como si de Jerusalén se tratara, las naves de la parroquia de San Andrés.

Encontrarás en estos días una primera planta de tu casa-hermandad dignamente restaurada y adecuada como sala capitular; al mismo tiempo este salón será un espacio expositivo de nuestros enseres, no solo para su disfrute visual sino para su conservación. También se han realizado otras reformas de mantenimiento y tecnológicas. Al mismo tiempo estamos inmersos ya en el pleno funcionamiento del “Proyecto de Emancipación de Jóvenes”, gracias el éxito obtenido en la recaudación y en la asistencia y compromiso de los asistentes a la VIII cena benéfica, lo que aprovecho en estas líneas para agradeceros de corazón. Y varias metas más que tenemos en proyecto, tanto materiales como espirituales, en las que avanzamos según nos marcan las diferentes posibilidades burocráticas y de espacio temporal.

Pero hermano, estamos aquí para esto; pero sinceramente, hay cosas mejores, mucho mejores. Todas estas vanaglorias no tienen sentido y hago referencia a nuestro lema nuevamente, que es como comienza la segunda Epístola a los Corintios en su capítulo 5 ,14-21.

Estamos ilusionados en efectuar una espiritual estación de penitencia en este próximo Lunes Santo, donde otra vez el Señor nos dará la oportunidad de tener un encuentro a solas con Él

Porque la Caridad de Cristo nos impulsa al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. De modo que nosotros desde ahora no conocemos a nadie según la carne; si alguna vez conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no lo conocemos así. Por tanto, si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo. Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él. Y como cooperadores suyos, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios. Pues dice: «En el tiempo favorable te escuché, en el día de la salvación te ayudé». Pues mirad: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.”

Puede que sea ahora el momento de nuestra salvación, quizás en esta cuaresma, quizás en nuestra estación de penitencia. Quizás la Hermandad no sea el medio por el que tu vida de fe pueda ser lo más adecuado para ti, pero si queremos expresarte que ponemos todos los medios de los que disponemos para ti: nuestros cultos para tu encuentro con Dios, nuestras sesiones formativas, nuestro grupo de oración, nuestra acción social, nuestra amistad y nuestro sentido de hermandad, en la prosperidad y en la adversidad. Igualmente tenemos como cristianos comprometidos, como hermanos de Santa Marta, el compromiso de evangelizar, de anunciar el Evangelio en nuestros entornos, en nuestras familias, sin ningún tipo de vergüenza. Lo anunciamos porque creemos firmemente en su mensaje, porque lo importante no es lo que digamos al hacerlo, sino lo que el Señor pueda actuar en cada uno de nosotros por la gracia del Espíritu Santo. Está claro qué si tú estás entre nosotros, es porque Dios ha querido el encuentro contigo, a través de donde vivas tu fe, a través de tu Hermandad. Como dice el texto anterior de la Epístola a los Corintios, pasó lo viejo, y ahora ya no es así, tenemos a Dios al lado nuestro, que te llama a ti por tu nombre y apellidos, a ti exactamente, que te ama con todos tus problemas, con todas tus dificultades y todas tus circunstancias, sean las que sean, que te va a esperar de nuevo el Lunes Santo, te esperará siempre. Él te reclama esas cuatro horas, a pesar de todo, te perdona lo que hayas podido hacer, te ama infinitamente y te deja comenzar de nuevo con todo su amor.

Nos queda lo mejor, unos días de oración a través del Solemne Quinario al Santísimo Cristo de la Caridad, días grandes de nuestra Hermandad, donde tú serás protagonista, porque el Señor te espera. Él se gloriará cuando acudas, con tu nombre y apellidos en el momento que proclamemos nuestra Fe en la Función Principal de Instituto.