El día primero

El paso de misterio preparado para la primera salida procesional. (Marzo de 1953).

Datos Técnicos

  • Fotografía: Paso del Traslado al Sepulcro dispuesto para su primera salida procesional.
  • Autor: Manuel Albarrán, destacado fotógrafo cofradiero de mediados del siglo XX.
  • Lugar: Iglesia Parroquial de San Andrés – Sevilla.
  • Fue publicada en la revista Calvario en 1954 narrando la bendición y primera salida de la cofradía de Santa Marta.

Como una evocación del relato de la Creación del Génesis, está magnífica fotografía de Manuel Albarrán, que podemos situar en el mediodía del Lunes Santo 30 de marzo de 1953 en la penumbra de la parroquia de San Andrés, nos sitúa en lo que fueron los momentos previos al nacimiento de nuestra cofradía a las calles de Sevilla, aquel primer día en que se hizo realidad visible y tangible lo que la Hermandad de Santa Marta, convertida en cofradía de penitencia, ofrecería desde entonces cada Lunes Santo a nuestra ciudad.

No habían transcurrido ni cinco años desde que un grupo de hoteleros pusieran en marcha la Hermandad de Santa Marta, y la primera estación de penitencia estaba, por fin, dispuesta a realizarse. Esta fotografía resume muy bien los afanes, inquietudes y trabajos de aquellos hermanos nuestros que consiguieron hacer realidad una cofradía totalmente acabada que levantó la admiración desde el primer momento del pueblo sevillano.

La instantánea está tomada bien desde uno de los púlpitos -perdidos- de la iglesia de San Andrés o desde el presbiterio, que -antes de su reforma- ofrecía una privilegiada altura para contemplar el paso. Desde ahí el fotógrafo nos ofrece una excelente visión del misterio completo del Traslado al Sepulcro en aquel primer año, que consideramos espectacular e impactante tanto por la calidad y armonía plástica que presenta todo el conjunto como en detalle cada una de la ocho imágenes que lo componían en el principio.

Según la fotografía, observamos que para el primer año de nuestra cofradía, el paso se colocó cerca de la cabecera de la iglesia, de manera perpendicular en la nave de la epístola del templo, ocupando la zona donde ahora se sitúa la mesa de hermandad para los cultos, toda vez que ante el cancel de calle Daóiz vemos el antiguo Monumento para el Jueves Santo que instalaba la Hermandad Sacramental, corporación aún independiente. Asimismo se observan una serie de retablos de los que fue despojada la parroquia en la última restauración, que le daban un gran empaque y solera religiosa. Anotemos que en esta misma ubicación, el Sábado de Pasión previo, 28 de marzo, todo el conjunto fue bendecido por el Cardenal Arzobispo D. Pedro Segura y Sáenz, quien, impactado por la acción caritativa desarrollada por la hermandad y la excelencia artística del nuevo misterio, concedió verbalmente en dicha ceremonia a la nueva hermandad el título de “Venerable”, luego ratificado por escrito.

Volvamos a la imagen. Todo en ella es de una calidad abrumadora y la escena destila un fuerte realismo con tintes cinematográficos. Allí contemplamos la disposición original del misterio, de acuerdo con la maqueta presentada en 1951: las excelentes tallas del Santísimo Cristo de la Caridad llevado sobre una sábana por José de Arimatea y Nicodemo en el centro; el expresivo grupo de Nuestra Señora de las Penas -que portaba en su manos una corona de espinas cedida por la Hermandad de los Estudiantes- consolada por San Juan Evangelista caminando tras el Hijo muerto; María Magdalena que arrodillada sostiene el brazo derecho del Señor, María Salomé que, también postrada en la parte delantera, asiste absorta al trágico momento, además de la venerada Santa Marta, titular fundacional de la Hermandad, a la que se le había trocado el acetre y el hisopo característico de su iconografía por los clavos del Redentor, detalle pasionista que desde entonces le caracterizaría para la estación de penitencia. Todas las efigies, excepto Santa Marta, muestran las policromías originales de Ortega Bru o su colaborador el pintor Guillermo Bonilla, más oscuras y mates que las actuales, que fueron sustituidas por su mismo autor en 1977. Para aquella primera salida las imágenes lucieron vestiduras lisas de terciopelo en diversos colores realizadas por las hermanas Carmen y Josefa Plaza Segura, según idea del pintor Alfonso Grosso, que fueron colocadas por José Ferrer, conocido prioste y vestidor de la Hermandad de la Trinidad.

Enmarcando la escena vemos unas breves muestras de las primorosas andas procesionales que también se estrenaban aquella jornada, siguiendo el diseño del pintor Guillermo Bonilla, con talla de Rafael Fernández del Toro, dorado de Antonio Sánchez y los faroles del orfebre Fernando Marmolejo que lucen cera blanca. El exorno floral lo componía un friso de claveles rojos que rodea perimetralmente el suelo o monte de corcho, como es bien perceptible delante de Nicodemo. Y un detalle nada baladí: una o unas ¿rosas rojas? que, erguidas, aparecen cerca de la mano derecha del Cristo, como anticipo o premonición del símbolo característico que se instauraría en nuestro paso a mediados de los setenta del siglo XX.

Pocas horas después de tomarse esta instantánea llegarían al templo aquellos primeros nazarenos con las túnicas impolutas y los escudos bordados en Santa Isabel, la cuadrilla de costaleros de Manuel Bejarano estrenaría las trabajaderas, se abriría el nuevo cancel que labró el carpintero Manuel Casana a expensas de la hermandad, y las sagradas imágenes del Traslado al Sepulcro recibirían el sol de la tarde de aquel primer Lunes Santo, impactando a cuantos lo contemplaron. Pero esa ya es otra larga historia que brotó de aquel día primero, que recordamos este 2020, el único año en que el paso no se trasladó al templo de San Andrés ni las imágenes titulares se han alzado sobre él para recorrer las calles de Sevilla como desde el año 1953.

PARA SABER MÁS:

  • Boletín de la Hermandad de Santa Marta, nº 92, febrero de 2016, pp. 26-28: “Santa Marta en el «Programa de El Correo» de 1953” (descargar).
  • Boletín de las Cofradías de Sevilla, nº 529, marzo de 2003, pp. 147-150: “Cincuenta años de la bendición y primera estación del misterio del Traslado al Sepulcro”.