El Pregón de la Semana Santa de 2015 escrito por D. Lutgardo García, incluye un hermoso pasaje sobre nuestra Hermandad que incluye una bellísima poesía en forma de oración dedicada al Santísimo Cristo de la Caridad.
D. Lutgardo García es un reconocido poeta sevillano que ha pronunciado varios pregones y exaltaciones. En 2009, pronunció la Meditación ante el Santísimo Cristo de la Caridad.
Viene Santa Marta
¡QUÉ solitaria está la ciudad populosa! Se ha quedado viuda la primera de las naciones”, así comienza el Libro de las Lamentaciones. Qué solitaria está la ciudad en la calle Angostillo cuando viene la noche oscura del Dios hundido. Un Dios trasladado al sepulcro y que es, también, como dice más adelante la Escritura, “un hombre que ha probado el dolor”. Un hombre que ha mordido la muerte. Y, “porque la misericordia de Dios no termina”, a esa hora despierto la mariposa de la oración para rezar por todos aquellos que, a ti y a mí, nos hicieron cofrades de Sevilla.
Padre Nuestro
A José María Rubio Rubio
PADRE Nuestro que habitas esta muerte
que todos algún día poblaremos
con la esperanza puesta en que vendrás
a rescatarnos luego con tus dedos.
Padre Nuestro que habitas esta muerte
que todos algún día gustaremos,
hoy bendigo la dicha de nombrarte,
de despertar tu nombre en el silencio,
mientras se van tornando nuestros labios
establo donde Tú naces de nuevo.
Permite que gocemos en la tierra
de la Gracia celeste de tu Reino;
dales fuerza, también, a nuestras manos
para que cada día cultivemos
y hagamos germinar en nuestro mundo
la semilla de amor de tu Evangelio.
Tu voluntad se cumpla cada día,
aunque a veces, Señor, no comprendemos
las inclinadas líneas con que escribes
tus divinas razones y argumentos,
los difíciles lazos con que amarras
tus cosas en la Tierra y en el Cielo.
Dales tu pan de vida a nuestras casas,
y no nos falte nunca el alimento,
la rubia bendición de los trigales,
el mosto redentor de los viñedos,
frutos de nuestras manos y tu gracia,
que a tu carne, después, darán sustento
cuando sean alzados una tarde
para hacerse divino Sacramento .
Perdónanos, Señor, nuestra malicia
pues a diario herimos y ofendemos,
y, a base de injusticias y omisiones,
te clavamos de nuevo en el madero.
Perdónanos, Señor, pues si nosotros
lo hacemos con los que nos ofendieron,
cómo no lo harás Tú, cuando Tú eres
el Amor entregado vivo y pleno.
No dejes que tomemos los caminos
que emanan –tortuosos- del sendero
y nos van alejando de gozarte
creyendo que ésos son los verdaderos.
Y líbranos, oh Dios, de todo mal,
que no nos entretengan sus enredos,
que no nos cieguen nunca sus encantos
disfrazados con pieles de cordero.
Condúcenos, Señor, hasta la Vida
y haz que un día contigo la gocemos,
cuando vengas, Señor, para llevarnos
a la eterna morada de tu Cielo.
Y, hasta entonces, por todo y para todo,
tu Caridad nos dé su paz y aliento.

