Hay varias definiciones, que la Real Academia de la Lengua Española asigna a al palabra Pena. “Sentimiento de tristeza y ternura producida por el padecimiento de alguien” ó “sentimiento de tristeza provocado por una situación adversa” y también “tristeza o compasión que produce en una persona el daño, el dolor o la humillación de otra”.
Ciertamente cualquiera de ellas, encaja en los sentimientos que afligirían a Maria Santísima y que se reflejan en ése misterio impresionante del Traslado del Santísimo Cristo de la Caridad en su Traslado al Sepulcro.
Como dudar que durante la pasión, el Hijo, su Hijo, había sido sujeto pasivo de una situación inducida y adversa hacia Él por sus enemigos.
Como consecuencia, habría sufrido daño, dolor y humillación hasta unos limites que para un humano se hacían insuperables.
Un sentimiento, el de la pena, que es tristeza producida por el padecimiento de alguien, pero desde una posición de observador, como algo ajeno y como un sentimiento temporal.
No queda así, el sentimiento de Nuestra Señora de las Penas, esa Pena, es compasión, sentimiento que va más allá de la Pena, dado que, la compasión nos conecta con el que sufre, nos identificamos con el otro y nos hace recordar la humanidad compartida entre ambos, en este caso compartida entre Madre e Hijo. No se contempla en la distancia como algo ajeno, sino que involucra a ambos de una forma duradera, como la Teología se encargaría de demostrar después.
Penas, que tal como consideró Santo Tomás, más allá de considerarla como un castigo, la considera como medicina, ya que el mundo presente no es el lugar de la definitiva restauración de la justicia, es preciso por tanto, devolver al fin medicinal de la pena su verdadera jerarquía, según reflexiona el Doctor de la Iglesia, porque “la retribución está reservada al juicio divino que se hará según la verdad, contra los pecadores”.
En este mes de mayo, finalicemos esta reflexión, acerca de la advocación de Nuestra Señora de las Penas, con la relación directa con Nuestro Santísimo Cristo de la Caridad y la forma de ejercer la misma, -el perdón terrenal- perdonar es amar y se ama perdonando. “Perdonar a quienes nos ofenden ” así perdonó Nuestra Señora de las Penas, -medicina del alma-, tal como escribió Santo Tomás.
N.H.D. Jaime Raynaud Soto