¡Qué grande es la distancia entre la realidad y lo trascendente! ¡Qué distancia hay entre lo que vemos y lo que sentimos cuando fijamos nuestros ojos en los de Nuestra Señora de las Penas! 

¿Qué buscamos los hermanos de Santa Marta en la cara de la Virgen? ¿Qué nos lleva a ponernos ante Ella y mirarla fijamente? ¿Qué encontramos en ese rostro de piel clara…en esa boca entreabierta… en esos ojos grandes y oscuros que nos buscan en los momentos de más dificultad? En definitiva, ¿qué nos dice la Virgen cuando venimos a rezarle? 

Besamanos del año 2014

Si nos atenemos a la realidad estaríamos ante una imagen de nuestra Semana Santa, con un componente religioso, pero basada en un concepto artístico y cultural, sustentado en la belleza iconográfica. 

Sin embargo, nosotros, los hermanos de Santa Marta, y los que profesamos la religión católica en nuestra ciudad, encontramos en Nuestra Señora de las Penas mucho más. Encontramos a una madre, a una amiga, a una confidente, a una consoladora… No podemos abstraernos a la trascendencia de María.   

El concepto de trascendencia hace referencia a la condición de no estar ligado al mundo material y finito, sino, por el contrario, formar parte de lo inmaterial y lo infinito. En este sentido, la trascendencia es una condición divina que se atribuye, principalmente, a Dios, pues Él está por encima del mundo terrenal, y su existencia es perfecta e infinita. Gracias al concepto de trascendencia comprendemos la naturaleza de lo divino de la que está ungida Nuestra Señora de las Penas. 

Por eso, nos reconforta estar a solas con Ella. Por eso, abrimos nuestro corazón, como hijos, para recibir la bendición de Dios a través de su mediación. Por eso, la miramos con el cariño que nos inspiró nuestra madre terrenal cuando nos trajo al mundo y nos agarró en sus brazos. 

La trascendencia de María nos lleva a seguir su ejemplo, a seguir su modelo de Santidad, de entrega a Dios. Que este mes de mayo, nuestra fe convierta la presencia de la Virgen de las Penas en nosotros en un canto de Esperanza y una lección de vida junto a Dios hasta que finalicen nuestros días.

N. H. D. Francisco Javier Márquez Guil
Consiliario segundo