El mensaje de Fátima

Gonzalo Girón Palacios, Pbro.
13 de mayo de 2021

Sacrificaos por los pecadores -les pidió la Virgen a los tres pastorcitos de Fátima el 13 de mayo – y decid muchas veces, especialmente siempre que hagáis algun sacrifício: Oh Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de Maria.

Para entender el mensaje de Fátima necesitamos tener en mente, en primer lugar, que el sentido último de la historia humana es la progresiva formación en el tiempo del Cuerpo Mistico de Cristo, que es la Iglesia. Es como una “prolongación” del misterio pascual a lo largo de la cual todos cuantos fueron, segun el eterno desígnio de Dios, predestinados a la gloria celeste se van configurando, por un misterio de muerte y resurrección, con la imagen de Cristo Jesus.

No obstante, para que este reinado espiritual de Cristo se instale en nosotros, es necesario que nuestro propio corazón, como muestra el evangelio, se prepare mediante la penitencia y nos disponga por la fe para recibir la regeneración interior significada y producida por el bautismo. Y no hay corazón humano en el que el Señor reine mas perfecta y plenamente que el Inmaculado corazón de Maria -preservado inmune de toda mancha y aversión a Dios -, al cual la Iglesia tributa el culto debido. Por eso se puede decir que, ya estando perfectamente establecido en su corazón el Reino de Dios, Maria santísima es la consumación del fin al cual todos, peregrinos en este mundo, caminamos y que Ella, de un modo único y especial, vive y realiza eternamente la gloria en el cielo.

Asi se entende el pedido de Nuestra Señora de Fátima para reparar las ofensas con las que en todas partes es alcanzado su corazón y el de su divino Hijo. Este espíritu de expiación al que nos estimula nuestra Madre del Cielo sólo puede entenderse bien en su función y propósito si tenemos claro que “la plenitud de la gracia y de caridad, que no cesó de crecer en ella desde su inmaculada concepción, aumentaba proporcionalmente en su corazón la capacidad de sufrir el mayor de los males”, es decir, el pecado. De hecho, cuanto más se ama a Dios, Bien Infinito, Principio y Fin de todas las cosas, de quien nos separamos por el pecado, más se sufre; del mismo modo, cuanta más caridad, más se siente el dolor de ver las almas esclavizadas por el pecado.

Para entrever lo que fue el sufrimiento de Maria, es necesario pensar en su amor natural y sobrenatural por su Hijo único

Para entrever lo que fue el sufrimiento de Maria, es necesario pensar en su amor natural y sobrenatural por su Hijo único, no sólo amado, mas legitimamente adorado, a quien amaba mucho mas que a su propia vida, ya que era su Dios. Ella lo concibió milagrosamente, le amaba com un corazón de Virgen, el más puro, el más tierno, el mas rico de caridad que jamás existió, exceptuando el corazón del Salvador.

Desde este punto de vista podemos comprender cuan intimamente amor y expiación, caridad y sacrifício deben estar unidos en un corazón cristiano que, amando verdaderamente a Dios, se compadece no sólo al meditar lo que por nosotros padeció y soportó el Hijo de Dios, sino sobre todo al contemplar que fueron nuestros pecados la causa por la que Él fue entregado a muerte, la cual es de alguna manera renovada todas las veces que, por los mismos pecados, le asestamos nuevos dolores y tristezas. Y así como para consuelo y alivio de su Sagrado Corazón, Él mismo nos llama a tomar parte en su dolor, del mismo modo debemos sufrir lo que Él mismo sufre en su Cuerpo Místico, en el cual continuamente se renueva su Pasión expiatoria porque, siendo cada uno de nosotros membros del Cuerpo de Cristo, es necessário que todo lo que sufra la Cabeza lo sufran también los miembros unidos a ella.

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Gonzalo Girón Palacios, Pbro.

El mensaje de Fátima se presenta asi como una invitación urgente de amor, por medio del cual Nuestra Señora quiere hacernos despertar de nuestra indiferencia a los pecados infligidos a Dios y a la perdición de tantas almas, de nuestro egoísmo acomodado y por fin, mostrarnos que el único camino para el Padre es Cristo y pasa necesariamente por el Calvário. Pidamos a Ella que, asi como se lo concedió a aquellos pastorcitos portugueses, nos de también a nosotros una abundancia de gracias para que, configurados al Corazón traspasado de Jesús, seamos capaces de ofrecer a Dios, como hostias vivas de amor siempre creciente, nuestras cruces y sufrimientos.

Gonzalo Girón Palacios, Pbro.
Coadjutor de la parroquia de Nossa Senhora da Penha de França en Lisboa

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