Llena eres de gracia llamada entre todas para ser la Madre de Dios. El Señor es contigo y Tú eres la sierva dispuesta a cumplir su misión y bendita Tú eres dichosa te llaman a Ti, la escogida de Dios. Y bendito es el fruto que crece en tu vientre, el Mesías del pueblo de Dios, al que tanto esperamos que nazca y que sea nuestro Rey.
De esta manera te saluda el ángel Gabriel en Nazaret hace mucho tiempo atrás. De esta manera, hoy, XXI siglos después cuando llega la primavera, el azahar penetra en nuestros sentidos y nuestras calles se llenan de color, luz y alegría, cuando los sones musicales de tambores y trompetas aún retumban en nuestros oídos con el recuerdo de nuestra Semana Mayor te seguimos saludando, María y es que eres nuestra Señora porque haces tan nuestro al Señor, porque eres Madre de Dios, eres mi Madre, eres Madre de toda la humanidad.
Te saludamos, María porque día a día te encontramos en nuestro camino en la misma vereda que nosotros, porque te cansas , Madre como nosotros, porque lloras también como nosotros lo hacemos al pie de nuestras cruces, Madre porque no te son ajenas nuestras penas : la pena de la enfermedad, la de las estrecheces económicas, la pena de la soledad, de la incomprensión y la pena de la monotonía que nos aplasta y en esos días grises en los que también estás Tú , trayendo un rayito de esperanza con la mano tendida para no dejarme caer en el abismos de mis días sin luz, sin alegría, sin ilusión…
Por eso te saludamos hoy, Madre porque eres nuestra Madre y nadie como Tú sabe servir, entregar la vida y atenta a cada una de nuestras necesidades cambias nuestra pena en alegría, siendo fuerza en nuestro camino y certeza en nuestras dudas. Por eso y por muchas cosas más que no menciono para no dilatar desmesuradamente esta salutación, te pido finalmente que ruegues por nosotros heridos por tanto pecar desde hoy y hasta el día final de nuestro peregrinar. Que así sea.
Familia Santos Jurado