En la noche del sábado 1 de abril, víspera del Domingo de Pasión, el periodista Javier Rubio pronunció la Meditación ante el Cristo de la Caridad, como pórtico de su Besapiés.
Ofrecemos a nuestros hermanos el contenido de la Meditación, un texto denso y profundo, donde la obediencia y el abandono de Cristo dio paso a su triunfo por el amor.
El meditador realizó una hermosa reflexión personal, extensible a todos los asistentes, buscando las razones que nos unen a Cristo "¿Por qué a mí, Señor? ¿Por qué miraste a tu hijo indigno, el último de los pecadores, el del corazón ennegrecido, el hijo pródigo que se pulió tu herencia en vida?. ¿Por qué un día me volviste el rostro de tu Misericordia y me perdonaste?
¿Por qué a mí, Señor? ¿Por qué miraste a tu hijo indigno, el último de los pecadores, el del corazón ennegrecido, el hijo pródigo que se pulió tu herencia en vida?
De la frialdad de la tumba y el mármol al fuego del Espíritu Santo que transmitir en nuestra vida cristiana, como se refleja el párrafo final que escuchamos en las naves de San Andrés:
“La lengua de fuego de tu Espíritu que necesito traspasar a quienes tan gentilmente me han escuchado. “Id, inflamad todas las cosas”, le dijo Ignacio de Loyola a Francisco Javier antes de enviarlo a evangelizar el Lejano Oriente. Id vosotros dentro de nueve días e inflamad los corazones que encontréis a vuestro paso, aquí bien cerca porque la tierra de misión está hoy a la vuelta de la esquina…
Sed “un fuego que encienda otros fuegos” y llevaos el calor que desprende la Vida con el beso que le vais a dar. Trasladad a vuestro Cristo de la Caridad al sepulcro en el paso de salida, pero -si me admitís el consejo con todo el atrevimiento que he sido capaz de reunir para hablaros esta noche- no os olvidéis nunca de trasladarlo al tabernáculo en vuestras vidas. Hacedlo por Caridad.”
