Estar siempre preparados, confiando en la misericordia del Señor

Me faltan palabras para expresar la tristeza y el dolor que todos hemos sentido por la irreparable perdida de nuestro hermano y amigo Engelberto. Me cuesta enormemente asimilar que nunca más lo veremos entre nosotros, no acabo de creérmelo, pero esta es la inexorable y cruda realidad y no tenemos más remedio que aceptarla.
Estamos acostumbrados a ver la muerte como algo lejano, ajeno a nosotros mismos, hasta que le llega a un ser querido, a uno de los nuestros, a uno de nosotros, y entonces la sentimos cercana y son infinitas las sensaciones que invaden nuestro cuerpo e infinitas las reflexiones que se agolpan en nuestra mente. Hemos sentido pena, pena por la marcha de un hermano, de un amigo; pena por haberlo perdido de entre nosotros. Hemos sentido pena por ver sufrir a su familia y hemos sufrido con ellos, hemos llorado con ellos. Hemos sentido pena individual y colectivamente, todos y cada uno de nosotros la ha sentido y la ha sentido la Hermandad en su conjunto. Pero dentro del dolor hemos sentido, yo al menos he sentido, una gran serenidad y paz interior, por la fe en la misericordia del Señor y la esperanza en una nueva vida eterna y en plenitud, confiando en que Engelberto, estará próximo a Dios e intercediendo por nosotros. He dado gracias a Dios por ser cristiano, qué vacío y què desazón se debe sentir al vivir estos momentos sin fe y sin esperanza. Esta sensación de paz, este consuelo, me gustaría transmitirlo a todos y muy especialmente a su familia. Como Hermano Mayor de la Hermandad, he sentido, por que no decirlo, satisfacción y orgullo. Satisfacción por el deber cumplido, hemos estado junto a Engelberto en su enfermedad y hemos vivido junto a su familia su corta agonía. El Director Espiritual de la Hermandad, horas antes del triste desenlace, le administró el sacramento de la Unción de los Enfermos, ayudándole a morir cristianamente. La Hermandad, con todo el respeto y el afecto del mundo, organizó el funeral por nuestro hermano, con la dignidad propia de nuestros cultos pero sobre todo con un enorme cariño. Y por último cumplimos con el sagrado deber de dar cristiana sepultura a sus restos mortales. Siento orgullo por la Hermandad que tememos, que una vez más se ha mostrado como una gran y verdadera hermandad. A veces, en el devenir cotidiano, la Hermandad parece latente y dormida, pero siempre en los grandes acontecimientos, sean letíficos o luctuosos, resurge grande y unida, porque los hermanos, no me cabe duda, llevan a la Hermandad en su corazón. Una vez más, como cada Función Principal de Instituto, como cada Lunes Santo, la Hermandad de Santa Marta, con su saber hacer y su saber estar, se ha manifestado como una Hermandad ejemplar. La muerte de nuestro hermano, como no podía ser de otra manera, me ha hecho reflexionar. Me ha hecho reflexionar, lo efímera que es la vida; una vida es una vida, y el tiempo que dure es relativo, un segundo o cien años, que mas da comparado con la inmensa eternidad. Nuestros parámetros terrenales nada tienen que ver con los tiempos del Señor. En nuestro inmenso dolor por la perdida de un ser querido, nos invade la duda y el desconsuelo, ¿Porqué pasan estas cosas?, ¿Porqué en la madurez de la vida?, ¿Porqué dejando mujer e hijos?, ¿Porqué antes que sus ancianos padres?, Certeras preguntas que jamás podremos responder desde nuestra perspectiva terrenal y humana. Sólo elevándonos sobre los árboles podremos ver el bosque. Sólo con una visión cristiana de la vida podremos encontrar explicación al misterio de la muerte. ¿Quienes somos nosotros para pedir explicaciones a Dios? Solo tenemos que aceptar su voluntad. Tenemos que admitir la muerte como algo natural que forma parte de la propia vida, a todos nos sobrevendrá según los planes del Señor y solo nos queda estar siempre preparados y con nuestra vida a su disposición confiando en su inmensa misericordia. Querría decir muchas cosas más pero me faltan palabras, mi verbo no responde a mi corazón y me es imposible expresar todos mis sentimientos, pero no quiero terminar estas líneas, sin trasmitir a Isabel, a Bertín y a Alejandro; a Engelberto, a Francisca y a Carmen, en mi propio nombre, en el de la Junta de Gobierno y en el de todos los hermanos de Santa Marta, nuestra tristeza y pesar por tan dolorosa perdida, nuestra esperanza en los principios que sustentan nuestra fe, nuestro cariño y apoyo mas incondicional y la certeza de que, en estos tristes momentos y siempre, tendrán a la Hermandad con ellos.Juan Ramón Cuerda Retamero Hermano Mayor

N.H.D. Juan Ramón Cuerda Retamero fue Hermano Mayor de nuestra corporación entre November de 2005 y November de 2011.
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