Queridos hermanos y hermanas:
Acentos y prioridades del nuevo curso pastoral
1.Comienzo la carta pastoral de inicio de curso saludando cordial y fraternalmente al señor Obispo auxiliar, a los sacerdotes, diáconos, consagrados, seminaristas y laicos de la Archidiócesis. A todos os deseo que hayáis podido descansar unos días para tomar fuerzas para el nuevo camino que se abre ante nuestros pies y reemprender así con ilusión renovada nuestras tareas apostólicas y evangelizadoras. Comenzamos un nuevo año pastoral que el Señor nos ofrece como don para continuar escribiendo con nosotros una historia de amor y de salvación. Nos ponemos en camino con gozo y esperanza, con nuestra confianza puesta en el Señor, que es quien, por medio de su Espíritu, “obra en nosotros el querer y el obrar según su beneplácito” (Flp 2,13).
2. Como en años anteriores, a principio de curso, deseo señalar a todos los fieles, y muy especialmente a los más implicados en la vida pastoral de nuestra archidiócesis, los acentos y prioridades pastorales que deberemos tener muy presentes, asumiéndolas y aplicándolas en nuestras comunidades con empeño y generosidad. Invito a todos los miembros de nuestra Iglesia, especialmente a los sacerdotes, religiosos y religiosas, y a los fieles laicos que tienen alguna responsabilidad en la vida pastoral, a ponerlas en práctica con entusiasmo. Presento estas líneas operativas para el curso pastoral que comienza, respetando los carismas de cada uno, pero muy consciente de la importancia de la comunión que, si en plano pastoral es siempre fuente de eficacia, tiene un valor por sí misma, pues la Iglesia se realiza y crece imitando la unidad de la que procede, ya que como escribiera san Cipriano de Cartago, la Iglesia es un pueblo reunido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. (LG 4).
Atentos a las orientaciones del Santo Padre y a la situación religiosa actual
3. Abiertos a la comunión de la Iglesia universal, no olvido los acentos que el papa Francisco nos está señalando en los últimos años, a los que aludiré en el desarrollo de esta carta. Ahora subrayo las prioridades que marca nuestro Plan Pastoral Diocesano, Siempre adelante, porque Dios nos espera, porque los hermanos nos esperan, que tiene vigencia hasta el año 2021. El objetivo fundamental para el curso 2018-2019 es Desarrollar la Iniciación Cristiana y primar una catequesis kerigmática y mistagógica.
4. En las orientaciones pastorales que siguen, apunto algunos datos que justifican por qué deberemos poner el énfasis en este curso en la iniciación cristiana: todos somos conscientes de que hoy, al contrario de lo que sucedía hace unas décadas, la fe no puede darse por supuesta. Por otra parte, en los últimos años se ha debilitado la trasmisión de la fe en la escuela y en la catequesis y se ha cegado en buena medida uno de los canales tradicionales y más importantes en la transmisión de la fe, la familia. Hoy son legión los padres que no inician a sus hijos en la fe, en la oración, en la piedad y en el conocimiento del Señor.
5. A todo ello se suma el incremento de la indiferencia religiosa de muchos conciudadanos nuestros, para quienes Dios ha desaparecido del horizonte de su vida diaria, mientras crece el número de los no bautizados. El secularismo, por otra parte, envuelve a un amplio número de bautizados, que engrosan lo que hemos dado en llamar el cristianismo sociológico, pero que normalmente piensan, deciden y viven como si Dios no existiera. Todo ello, lejos de apagar nuestra esperanza, ha de hacerla más humilde y capaz de confiar sólo en Dios. A pesar de que muchas a veces, como en el pasaje evangélico de la tempestad calmada (Mc 4, 35- 41;Lc 8, 22-25), pueda parecer que el Señor duerme en la popa y deja su barca al antojo de las olas encrespadas, no podemos abandonar la certeza de que el Señor, por el don de su Espíritu, está siempre presente en su Iglesia y actúa en ella y en la historia de la humanidad. Él prolonga en el tiempo de la Iglesia su misión, haciendo que sea una corriente de vida nueva, que fluye dentro de la vida de la humanidad como signo de esperanza para todos.
La certeza de que el Señor acompaña nuestras tareas pastorales, pero espera nuestra colaboración
6. La cercanía de Jesús resucitado, que vela por su Iglesia a través de su Espíritu no nos exonera, sin embargo, de colaborar con el Señor en el anuncio de su persona, de su palabra, de su doctrina y de sus promesas como fuente de vida y de esperanza. Hoy más que nunca es necesario un nuevo anuncio, una Nueva Evangelización, con nuevo ardor, con nuevos métodos y nuevas expresiones, como nos pidiera el papa san Juan Pablo II en Haití en marzo de 1983. Como decimos en el texto de las orientaciones pastorales, hoy es más necesaria que nunca la iniciación cristiana y la catequesis, para suscitar de nuevo la fe, la esperanza y la caridad. Nuestra Iglesia está llamada a engendrar, cuidar, alimentar y ayudar a crecer a los nuevos cristianos. Es la misión maternal de la Iglesia. Ella debe anunciar a Jesucristo con convicción y con coraje, una palabra muy repetida en la Iglesia de los orígenes. Sin coraje, muy poco habrían podido hacer los primeros evangelizadores. Su coraje nace de la fe en el mensaje de Jesús y de la certeza de su presencia y asistencia. El coraje nace del amor a Dios y al hombre. No es prepotencia, sino la audacia y valentía de los humildes que saben que actúan en el nombre del Señor y con su fuerza.
7. Muy cerca del coraje está el “entusiasmo”, que es la actitud de quien ha encontrado algo grande y quiere compartirlo. Es la situación de quien se ha encontrado con Dios y no puede acallar su suerte, porque en realidad, ha encontrado un tesoro. Y no es para menos. Nos chirría el oído el entusiasmo escandaloso de los locutores deportivos cuando cantan un gol o el triunfo de uno de nuestros atletas. Es el entusiasmo que deberíamos derrochar nosotros para anunciar la encarnación del Señor, o su nacimiento en Belén, o su pasión, muerte y resurrección. Los tesoros que hemos recibido reclaman de nosotros coraje y entusiasmo. Por eso falseamos el mensaje, cuando sale de nuestra boca sin entusiasmo y alegría, porque anunciamos a Cristo, nada más y nada menos.
La guía del Directorio de la Iniciación cristiana
8. En la iniciación cristiana, hoy tan necesaria, hemos de seguir fielmente cuanto prescribe el Directorio Diocesano, aprobado y promulgado como norma a acoger y cumplir el 1 de septiembre de 2016. Se trata de una verdadera pastoral misionera, pues hemos de aprovechar la preparación para la recepción de los sacramentos del bautismo, primera comunión y confirmación para llegar también a las familias de los candidatos. En otro orden de cosas, tanto un servidor, como el señor Obispo auxiliar, estamos contentos y agradecidos por la recepción inicial de las normas del Directorio en estos dos años y también por la acogida de los Catecismos aprobados por nuestra Conferencia Episcopal, lo que garantiza la fidelidad doctrinal en la transmisión de la fe y la integridad de los contenidos. Parroquias, colegios y otras instituciones han aceptado con un gran sentido de comunión las prescripciones del Directorio sobre edades, contenidos, procesos y lugares de recepción de los tres sacramentos, buscando la unidad básica de criterios pastorales en nuestra Archidiócesis.
9. Estamos también muy contentos del alto número de adultos que han recibido el sacramento de la confirmación, después de un proceso serio de preparación la mayor parte de las veces. Sin duda, para muchos está siendo una ocasión para volver a repensar su fe y acercarse a la Iglesia. Ojalá que en las parroquias y en los demás ámbitos eclesiales seamos capaces de brindarles la posibilidad de integrarse en un grupo de vida cristiana, en el cual puedan seguir formándose como discípulos del Señor y fortalecer su compromiso apostólico. Estamos seguros de que Dios nuestro Señor sacará muchos bienes de esta iniciativa de una tonalidad verdaderamente misionera.
Nuestra gratitud a los catequistas
10.No quiero dejar de subrayar la trascendencia de la tarea eclesial de los catequistas, que exige obediencia y comunión con la Iglesia a la hora de llevarla a la práctica en el precioso quehacer de la iniciación cristiana. Que Dios recompense con muchos dones sobrenaturales a tantos catequistas fieles que, de forma gratuita y generosa, comparten su fe con nuestros niños y adolescentes, jóvenes y adultos. Cuentan, desde luego, con la gratitud, la oración y el afecto de sus obispos.
La educación afectivo sexual de los adolescentes y las formas abreviadas de catequesis kerigmática
11. Sin separarnos un ápice de la iniciación cristiana, tengo muy en cuenta las iniciativas legislativas que desde los poderes públicos propician hoy en la escuela una educación sexual de nuestros niños y jóvenes, que hace tabla rasa de la ley natural, al tiempo que conculca los derechos de los padres, los primeros educadores de sus hijos. Por ello, con la tutela de la Delegación diocesana de Familia y Vida, ofrecemos a las parroquias y colegios cursos fiables de educación afectivo-sexual para los adolescentes y jóvenes fundamentados en una sana antropología cristiana. En las orientaciones pastorales que siguen a esta carta se señalan dos modelos recomendables que están dando muy buenos frutos.
12. Muy buenos frutos están dando también formas abreviadas e intensas de catequesis kerigmática, como los Cursillos de Cristiandad, camino de vida cristiana, que los obispos tratamos de apoyar y acompañar. Como no podía ser de otra forma, apoyamos también los Ejercicios Espirituales, auténtico camino de conversión y de encuentro con el Señor, que tantos frutos de santidad han producido a lo largo de los siglos. Otro tanto cabe decir de las Misiones populares y del aprovechamiento catequético y pastoral de los Medios de comunicación en todas sus gamas, incluyendo los más modernos que, si encierran muchos peligros latentes, también pueden producir muchos frutos si son bien aprovechados.
La conversión personal y pastoral: Discípulos misioneros
13. En las Orientaciones Pastorales para el quinquenio, se habla también, como eje transversal que ha de ser tenido en cuenta en estos cinco años, de la necesidad de avanzar en la conversión misionera y en la reforma de las estructuras eclesiales. A lo largo de estos años el papa Francisco nos ha exhortado en incontables ocasiones a ser discípulos misioneros, entendiendo que discipulado y misión son dos caras complementarias de la misma moneda. Sólo viviendo en las cercanías del Señor, gozando de su amistad y experimentando su intimidad, nos sentiremos impulsados a anunciarlo, mostrarlo y darlo a todos.
14. Insisto en que no puede haber evangelización sin conversión, ni misión sin discipulado. La conversión personal es la finalidad última de la predicación del papa Francisco. Es verdad que él busca decididamente la conversión pastoral y la renovación de las estructuras curiales, pero él está convencido de que esta renovación será imposible sin la conversión de nosotros los pastores, los consagrados y los fieles laicos. Efectivamente, una Iglesia que quiera ser luz y sal, tiene que ser una Iglesia convertida, una Iglesia de santos. Sólo así será posible la Nueva Evangelización, que no avanzará sin la renovación de la vida interior de pastores y fieles mediante el encuentro con el misterio de Cristo, viviendo con Él, viviendo como Él, para vivir en Él.
15. En este sentido nos pide el Papa recuperar la dimensión vertical, mística y espiritual de la vida cristiana y esto también en la vida de los sacerdotes, que deben ser orantes y maestros de oración, con una fuerte experiencia de Dios, que viven la comunión con el Señor y experimentan cada día su amor, su gracia y su amistad. Es necesario recuperar la oración como camino para centrar y sustentar la vida en Cristo, en la intimidad y en la unión con Él, para soslayar el peligro de caer en un cierto pelagianismo, es decir, poner la confianza en las estructuras y programas más que en la gracia de Cristo, que tiene que fecundar todos nuestros proyectos y acciones. Sólo así seremos discípulos misioneros, como nos pide el papa Francisco. Solo así superaremos, un cristianismo tibio, sociológico y conformista, anclado en una espiritualidad de mínimos y con escasa proyección misionera.
No olvidar el servicio a la piedad popular y a los pobres y descartados
16. Aunque figurarán como objetivos pastorales respectivamente en los cursos 2019-2020 y 2020-2021, no podemos orillar en este curso los objetivos previstos para dichos períodos: potenciar el servicio evangelizador de la piedad popular y cuidar la dimensión social de la evangelización y la opción por los pobres. El primero pertenece a la entraña más profunda de la religiosidad sevillana. No estaríamos respondiendo a lo que el Señor espera de nosotros como Iglesia diocesana si viviéramos enfrentados o de espaldas a la piedad popular que, si tiene cosas que purificar y mejorar, tiene incomparablemente más valores como escuela que es de vida cristiana, palestra de formación y camino de servicio a los pobres. Sigamos, pues, ayudando a nuestras hermandades a vivir su identidad más genuina y a potenciar cada día su compromiso evangelizador, ruego que transmito principalmente a los directores espirituales y a los hermanos mayores y juntas de gobierno.
17. El papa Francisco no deja de reclamar a todos los católicos un compromiso cada día más consciente y eficaz en el servicio a los pobres. Él ha acuñado un término bien descriptivo de la situación de tantos hermanos nuestros que yacen en las cunetas de la vida social. Son los descartados, los refugiados que vienen a nosotros huyendo del hambre y de las guerras, los inmigrantes, los parados, los sin techo, las víctimas del desamor y de la indiferencia de la sociedad opulenta e insolidaria. Entre nosotros, se ha anunciado con cierto triunfalismo el final de la crisis económica, que en el último decenio ha golpeado con dureza a la sociedad española. Parece cierto que de esa situación más bonancible se está lucrando lo que los técnicos llaman la macroeconomía, es decir, las cuentas de resultados de las instituciones financieras y las grandes empresas. Pero este bienestar no ha descendido a la llamada microeconomía, a la economía de nuestras familias, en las que sigue existiendo mucho dolor, mucho sufrimiento y muchas privaciones.
18. Estudios recientes nos dicen que en Andalucía el paro afecta a un 24 % de los adultos y a un 47,9 % de los menores de 25 años, mientras que el 33,2 % de la población tiene problemas en relación con la vivienda, y en el flanco de la salud, el 24, 8% tiene algún tipo de dificultad, todo lo cual genera exclusión social. Por otra parte, son bien conocidos los datos pavorosos sobre la pobreza en los barrios de Sevilla. No bajemos, pues la guardia. Los pobres y los que sufren siguen estando ahí, en nuestras calles, junto a nuestras casas y a las puertas de nuestras Iglesias. No nos tapemos los ojos ni demos un rodeo para no verlos. La acogida y el servicio a los pobres es la prueba más palpable de la autenticidad de nuestra vida cristiana, pues, como nos dice san Juan, no podemos decir que amamos a Dios a quien no vemos, si no amamos al prójimo a quien vemos(1 Jn 4,20).
Atención al Sínodo de los jóvenes
19. En el próximo mes de octubre, tendrá lugar en Roma el Sínodo de los jóvenes. Este acontecimiento, desde que fuera anunciado por el Papa Francisco en enero de 2017, por sus formas, contenido y desarrollo previsto, está llamado a convertirse en un hito en la historia de la Iglesia. En el marco de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, y bajo el título la fe, los jóvenes y el discernimiento vocacional, este nuevo Sínodo pretende ser un espacio de estudio, trabajo y reflexión acerca de la juventud, sus necesidades actuales y futuras, su papel y presencia en la Iglesia y, sobre todo, la evangelización de los jóvenes. En palabras del Papa, este ha de ser “el Sínodo de y para todos los jóvenes”, creyentes y no creyentes, involucrados o alejados, agnósticos y ateos… La Iglesia quiere estar con todos los jóvenes del mundo y quiere escucharlos, porque cada uno de ellos tiene mucho que decir. Ellos van a ser el centro del Sínodo porque ocupan el centro y el corazón de la iglesia.
20. Los últimos Sínodos han estado dedicados respectivamente a la Nueva Evangelización y a la familia. En el primero se nos dijo que la misión de la Iglesia es el anuncio de la alegría del Evangelio. La Exhortación Apostólica Evangelii gaudium nos está ayudando a sacerdotes, consagrados y laicos a percibir cómo debemos vivir la misión en el mundo de hoy. Los dos Sínodos sobre la familia y la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia nos han clarificado cómo debe ser el acompañamiento de las familias para que vivan la auténtica alegría del amor. Faltaba una palabra dirigida a los jóvenes. Por ello, el Sínodo del próximo mes de octubre va a preguntarse cómo acercarnos a los jóvenes para anunciarles la alegría del Evangelio.
21.Hasta la publicación reciente del instrumentum laboris es mucho el trabajo que se ha desarrollado, teniendo a los jóvenes como centro y protagonistas de toda esta labor. A través de muchos y muy diferentes medios (encuestas, grupos de trabajo, encuentros diocesanos y nacionales…), con una atención especial a las redes sociales, se ha posibilitado que los chicos y chicas de todo el mundo puedan expresarse con libertad sobre ellos mismos, la sociedad que les rodea y su percepción sobre la Iglesia. Han podido así manifestar sus opiniones, inquietudes, perspectivas, ideas, quejas, expectativas y sueños. El punto más importante llegó en marzo de este mismo año con la celebración del pre-sínodo en Roma, donde 300 representantes de todas las realidades de juventud de los cinco continentes (incluso de otras confesiones o religiones, ateos y agnósticos) elaboraron un documento final a modo de marco-síntesis que recoge todos los datos y conclusiones a las que los propios jóvenes han llegado en este proceso.
22. ¿Qué es lo que han pedido nuestros jóvenes a la Iglesia? ¿Qué es lo que han dicho de la Iglesia y a la Iglesia? ¿Qué es para ellos la fe y cómo la viven? Sus respuestas han sido exigentes y decididas. Han pedido a la Iglesia, ante todo, autenticidad. Quieren que la Iglesia sea humilde y que sepa perdonar, mirando de frente a cada realidad para acompañar al joven que se reconoce desorientado en un mundo de contantes cambios. Desean ser escuchados, que la Iglesia comparta su alegría, que la mujer ocupe el lugar que se merece y que el lenguaje con el que le hablemos les sea cercano y reconocible, que se les acompañe en todos los aspectos y momentos de la vida, que la pastoral vocacional no esté volcada exclusivamente en el sacerdocio o la vida consagrada, que se utilicen en la evangelización los medios actuales y se abra camino a la creatividad que ellos pueden aportar.
23. El recién publicado Instrumentum laboris recoge muchas de estas cuestiones, que serán objeto de estudio por los Padres sinodales. El resultado final lo conoceremos cuando se publiquen las proposiciones aprobadas por el Sínodo y, sobre todo, la exhortación apostólica postsinodal, que nos servirá de guía en los próximos años en la pastoral juvenil y universitaria. Estoy seguro de que nos pedirá que sigamos ayudando a los jóvenes a descubrir a Jesucristo, camino, verdad y vida y fuente de sentido y esperanza para sus vidas, a encontrarlo en los sacramentos de la penitencia y de la eucaristía, a descubrirlo en los hermanos y en la Iglesia, a robustecer su adhesión al Señor y a dar testimonio de Él en el mundo como miembros activos y responsables de la Iglesia, como pedía el papa Francisco a los jóvenes en Río.
Un compromiso renovado de sacerdotes, consagrados y laicos en la pastoral de jóvenes
24. Bien sé que en Sevilla en los últimos años hemos recorrido un camino positivo en el trabajo pastoral con la juventud, una pastoral juvenil seria y enraizada en el Evangelio, que tiene a Jesucristo como centro. Pero no nos podemos engañar ni caer en el triunfalismo, porque si tenemos jóvenes en la Delegación de Pastoral Juvenil, en el SARUS, en los grupos juveniles parroquiales y en las Hermandades, hay otra juventud incomparablemente más numerosa, hechizada por ofertas engañosas, por mitos efímeros y falsos maestros, que es víctima de múltiples seducciones, la seducción de la noche, del gregarismo que despersonaliza, la seducción de lo material, del dinero, que endurece y esclaviza el corazón, del placer, el goce rápido, el alcohol, las drogas y el sexo, que en tantos casos, sólo conducen al hastío, la infelicidad y la tristeza. Se trata de una juventud desencantada, desesperanzada, con un gran vacío interior, con una visión del hombre exclusivamente materialista, víctima de la falta de trabajo, del desamor, de la desestructuración familiar, sin el calor de un hogar, y en ocasiones, atrapada en las redes de la droga y del nihilismo existencial.
25. En los comienzos del nuevo curso pastoral y en las vísperas del Sínodo de los jóvenes, animo a los sacerdotes y a los jóvenes de nuestros grupos y movimientos a no contentarse con cultivar a los de casa. Les animo a salir al encuentro de estos jóvenes de las periferias para descubrirles que Jesucristo es el camino que verdaderamente libera. Sé muy bien que el trabajo con los jóvenes, acompañándoles y alentándoles, es duro y difícil, pero nunca es una siembra estéril, pues antes o después termina dando fruto. Por ello, animo a los hermanos sacerdotes a crear en todas las parroquias, con la ayuda de laicos verdaderamente comprometidos, grupos juveniles parroquiales, que propicien la formación doctrinal de los jóvenes, les inicien en la oración y en la recepción de los sacramentos, en la devoción a la Santísima Virgen, en la experiencia de la generosidad y el descubrimiento del prójimo, y todo ello para favorecer el encuentro personal con Jesucristo y su inserción en la Iglesia como militantes cristianos y apóstoles.
26. Como más de una vez os he repetido, una parroquia sin jóvenes es una parroquia triste, sin esperanza y sin futuro, del mismo modo que la Escuela Católica o cualquier otra institución docente de la Iglesia, si no tiene una clara proyección evangelizadora, olvida una parte esencial de su identidad más genuina, pues la Iglesia y cada una de sus instituciones tienen como misión casi exclusiva hacer presente a Jesucristo, anunciarlo, mostrarlo y darlo a todos. Todo lo demás, aunque sea importante, no deja de ser secundario. Parroquias y Escuela Católica deben sentirse urgidas a presentar a los jóvenes la propuesta explícita de una existencia vivida con Cristo, desde la Palabra y los sacramentos, de la cual brotan siempre energías renovadas para trabajar en la propia conversión y, de forma incansable, en la tarea de construir un mundo mejor.
27. Todos somos conscientes del bien inmenso que las Jornadas Mundiales de la Juventud, con el impulso de los papas san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, han hecho a la pastoral juvenil, poniendo el énfasis en lo esencial, en los acentos a los que acabo de hacer referencia. Muchos jóvenes de todo el mundo podrían dar testimonio de lo que ha supuesto para ellos la participación en las Jornadas, un jalón importante en sus vidas, que ha dado un nuevo sentido a su existencia, nutriéndola de sentido y de esperanza. Son incontables los que se han encontrado con el Señor en estas ocasiones. Son miles también los que allí decidieron seguir a Jesucristo en el sacerdocio o en la vida consagrada. Pues bien, entre los días 22 y 27 de enero de 2019, tendrán lugar en Panamá las XXXIV Jornadas con la presencia del papa Francisco. Nuestra presencia, por desgracia, sólo podrá ser testimonial. Las fechas desde luego, en plena preparación de los exámenes de febrero, no son para nosotros las más oportunas. Por otra parte, los precios conocidos de los vuelos, son incompatibles con las débiles economías juveniles. No obstante, procuraremos participar unidos, por los lazos invisibles de la plegaria y de la comunión, a los jóvenes que puedan hacerlo, estando además atentos a los mensajes que el Papa dirija a la juventud. Las Delegaciones diocesanas de Pastoral Juvenil y de Pastoral Universitaria, verán la forma de organizar algún acto que visibilice nuestra participación, siquiera sea simbólica, en las Jornadas.
No olvidemos la misión ad gentes: el octubre misionero de 2019
28. El mes dedicado a las misiones, octubre, cobrará en 2019 un significado especial. Se cumplirán cien años de la encíclica Maximum illuddel papa Benedicto XV, considerada la carta magna de las misiones en nuestro tiempo. El Santo Padre anunció esta celebración en la audiencia que concedió en junio de 2017 a los participantes en la asamblea anual de las Obras Misioneras Pontificias. El Papa desea que esta efeméride ayude a renovar el ardor y la pasión misionera. A lo largo de dicho mes habrá actos importantes en Roma presididos por el Papa. Pero el Santo Padre desea que el protagonismo lo tengan las iglesias particulares que elaborarán sus propios calendarios, procurando que las parroquias y comunidades se impliquen en esta celebración. Para ello, en su momento enviaremos materiales para inspirar, provocar y estimular a la reflexión. Dios quiera que la celebración del octubre misionero de 2019 sea en nuestra archidiócesis un verdadero acontecimiento de gracia que nos ayude a todos a conocer mejor la teología de la misión “ad gentes”, a dinamizar nuestro ardor misionero y a comprometernos eficazmente en el anuncio de Jesucristo en la misión.
Planificar la pastoral y rehacer las agendas, también en la vida espiritual
29. Comenzamos un nuevo curso pastoral. Es hora de planificar muy bien nuestras actividades pastorales, procurando no dejar nada a la improvisación. Es necesario también rehacer nuestro plan de vida personal y comunitario, y poner en la agenda los medios y tiempos que necesitamos para mantener ardiente el amor al Señor. Tiempos de oración personal, adoración eucarística, sacramento de la reconciliación, lectura espiritual y examen de conciencia, rezo del santo Rosario, retiros y Ejercicios espirituales, previstos en nuestra agenda, según el estado de vida y la vocación de cada uno, no serán tiempo perdido o restado al trabajo pastoral, sino muy al contrario, serán garantía de fecundidad y manantial de coraje y alegría para afrontar sin desánimo la dureza del camino.
Con la compañía de la Virgen
30. En los inicios de un nuevo curso, el Señor nos invita a echar las redes y a remar mar adentro confiando en su Palabra. Cristo resucitado nos ha prometido estar con nosotros hasta el fin del mundo (Mt 28,20). En su compañía iniciamos esta nueva andadura con la esperanza y el ánimo que nos da su palabra: “¡mar adentro!” (Lc 5,4). En las manos de la Virgen de los Reyes, ponemos todos nuestros anhelos y esperanzas. Que ella nos acompañe con su mirada maternal a lo largo de este curso.
Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla