Este año la solemnidad de San José tendrá una relevancia especial en nuestros templos y parroquias, por cuanto estamos celebrando en toda la Iglesia universal el “Año de San José”.
El pasado 8 de diciembre el Papa Francisco convocaba este “Año” en su honor para recordar el 150 aniversario de la declaración de San José como Patrono de la Iglesia Universal, así como publicó la Carta apostólica “Patris corde” (Con corazón de padre) en homenaje al esposo de la Santísima Virgen.
El objetivo de la Carta apostólica “Patris Corde” –ha explicado el Papa- es “que crezca el amor a este gran santo, para ser impulsados a implorar su intercesión e imitar sus virtudes”. Además, se concederá la indulgencia plenaria los días 19 de marzo y 1 de mayo, tradicionalmente dedicados a la memoria del Esposo de María.
“Un padre amado, un padre en la ternura, en la obediencia y en la acogida; un padre de valentía creativa, un trabajador, siempre en la sombra”. Con estas palabras el Papa describe a san José y dice que, “después de María, ningún santo ocupa tanto espacio en el Magisterio pontificio como José, su esposo”.
Padre amado, tierno y obediente
En san José “Jesús vio la ternura de Dios” que nos hace “aceptar nuestra debilidad”. Por ello, san José “nos enseña que tener fe en Dios incluye creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades”. Esta ternura “nos salvará del Acusador” a través del Sacramento de la Reconciliación por el que “Dios no nos condena, sino que nos acoge, nos abraza, nos sostiene, nos perdona”.
Según el Papa, José es también un padre en obediencia a Dios; con su “fi at” salva a María y a Jesús y enseña a su Hijo a “hacer la voluntad del Padre”. Estos acontecimientos muestran que “ha sido llamado por Dios para servir directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante su paternidad”.
Padre en la acogida y valiente
Al mismo tiempo, José es “un padre en la acogida”, porque “acogió a María sin poner condiciones previas”, un gesto importante aún hoy -afirma Francisco- “en este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la mujer es patente”. Así, apunta el Santo Padre, “la acogida de José nos invita a acoger a los demás, sin exclusiones, con preferencia por los débiles, porque Dios es padre de los huérfanos y defensor de las viudas y nos ordena amar al extranjero”.
“Patris corde” también destaca “la valentía creativa” de san José. El carpintero de Nazaret se enfrentaba a “los problemas concretos” de su familia, al igual que todas las demás familias del mundo, especialmente las de los migrantes. Por tanto, añade, es “realmente un santo patrono especial” de aquellos que tienen que abandonar su patria.
Padre trabajador y en la sombra
Sobre la faceta de San José Obrero, el Obispo de Roma opina que el trabajo es una “cuestión social urgente”, pues el desempleo alcanza niveles “impresionantes”.
Ante este contexto el Papa hace una petición: “La pérdida de trabajo que afecta a tantos hermanos y hermanas, y que ha aumentado en los últimos tiempos debido a la pandemia de COVID-19, debe ser un llamado a revisar nuestras prioridades. Imploremos a san José Obrero para que encontremos caminos que nos lleven a decir: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!”
Finalmente, el Pontífice describe la paternidad de José como “la sombra del Padre celestial en la tierra”. De este modo, su figura se antoja ejemplar en un mundo que “necesita padres y rechaza a los amos”, que refuta a aquellos que confunden “autoridad con autoritarismo, servicio con servilismo, confrontación con opresión, caridad con asistencialismo, fuerza con destrucción”.
(Iglesia en Sevilla, nº 275, 13 diciembre 2020)