El Aula de Formación Permanente se clausuró con brillantez y gran altura intelectual y religiosa en la noche del viernes 11 de febrero. Al terminar el coloquio de la última sesión, entre los aplausos al ponente, D. José Mª Garrido Luceño, el Hermano Mayor le entregó un recuerdo de la Hermandad y luego compartimos una agradable copa de confraternidad los hermanos asistentes.
En su ponencia, D. José Mª Garrido abordó la época posterior al Concilio Vaticano II “un periodo comprendido entre la década de los sesenta y los primeros años de los setenta. Un periodo de gran dinamismo internacional hacia la mundialización en un clima de optimismo”, cuyos hitos fueron el proceso de descolonización, el auge de las instituciones supranacionales y la conferencia de Helsinki. En la Iglesia fue la época de la Humanae Vitae de Pablo VI y la asamblea del CELAM en Medellín (1968) origen de la Teología de la Liberación.
Afirmó el ponente que “el Concilio quedó inacabado. No se tocaron el él tres temas fundamentales para la vida de la Iglesia: la reforma de la curia romana, la ley del celibato obligatorio para los sacerdotes católicos y el papel de la mujer en la Iglesia”; añadiendo que “la esperanza de que al Concilio seguiría una fase de maduración y asimilación no se cumplió. Paulatinamente la evolución tomó el carácter de crisis tempestuosa y de polarización”.
Sin embargo, estamos llamados a la Esperanza que “no es aquí una actitud humana, una euforia nuestra. Es una virtud teologal infundida por el Espíritu Santo y fundada en la promesa divina”. La segunda parte de la ponencia estuvo marcada por una llamada a la ilusión de los cristianos en el tercer milenio, alentada por signos en los que pesa más lo cualitativo que lo cuantitativo: “gente que se toma en serio el Evangelio, que hace más por los que sufren, que rezan más”.
Tenemos con nosotros la esperanza del Espíritu Santo: “Pentecostés es todos los días. Para S. Simeón el Nuevo Teólogo es una herejía decir que el Espíritu Santo ya no actúa en la Iglesia como en el Libro de los Hechos”. Tenemos “una esperanza, que implica una obligada tarea práctica”.
Palabras y reflexiones, sin duda, para el análisis y el debate profundo, que, una vez más, elevaron las actividades formativas de nuestra Hermandad de Santa Marta a un destacado nivel dentro del panorama cofradiero y religioso de nuestra Ciudad.