También la Caridad de Ella

N.H.D. Francisco J. Vázquez Perea
Pregonero de la Semana Santa de 2003
2 de mayo de 2023

Ya lo dije una vez. La Caridad de María nos urge. También la Caridad de Ella. ¿Y en qué se distinguen?. Bueno, el mes de Mayo nos ayuda a comprenderlo. Hemos cruzado la raya de la Resurrección, dejando atrás los azules que son casi morados de penitencia. Los negros de luto. Los regueros de sangre. Los silencios fúnebres. La sábana ha quedado vacía, impregnada de las huellas del milagro. Y hemos amanecido a un sol radiante agridulce. Con los años aquella tristeza del fin de la Semana Santa se transformó en una especie de satisfacción como la del que termina de leer un libro o quien consigue la última estampa de un album. La incógnita de cómo sería la Semana Santa del año ya se despejó y cerramos sus pastas ebrios de lo vivido. Ya ni humean los pabilos. La soledad de los priostes desmontándolo todo, faltos de la nerviosera y la convocatoria de cuando se montó. Y hasta en Sevilla, la Feria nos provoca un doble salto mortal en que casi despertamos a la rutina y a la vida sosegada tras la Pasión en el mes de Mayo. La secuela litúrgica de la Resurrección, la vuelta a los sacramentos, pilla nuestra atención con el sabor del mes dedicado a María. Es esa primavera avanzada en que las tardes caen lentas y los aires se marean de otras flores más espesas. La Vids renacida nos deja en manos de quien engendró la Vida con mayúsculas como si ahora nos pariese a nosotros que somos discípulos de los oidos de Nicodemo (hay que nacer de nuevo, Nicodemo).

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Ntra. Sra. de las Penas en el paso. Año 2023

La Caridad de María nos urge. Con Pentecostés en el horizonte. Para que la rodeemos como los apóstoles y nos vea partir a evangelizar, a contar lo que nuestra cofradía puso en la calle pero sin antifaces ni canasto dorado ni carrera oficial. A contar por qué la Magdalena vió en la mano de Jesús una patena, Marta cambió los clavos por un agua bendita y María siempre mira hacia delante. ¿Soportaremos seguirla llamando Penas?¿O caducó su nombre? Es que fuimos redimidos y las Penas son eso, lágrimas de Caridad. El pecho de la Virgen vivió segura de Dios pero encogido de temores. Ya no hay nada que temer. Ya el Sepulcro al que trasladarnos está vacío y es un Cabo Cañaveral de Verdades por transmitir. La piedra removida. Las santas mujeres de testigo. Emaús. El pálpito de su voz que nos arde al hablarnos. Se fué. Donde El iba no podíamos ir nosotros. Pero iremos. Nos queda Ella. Lirio blanco. Mayo sevillano de Resurrección sin prisas. Pasó el frío, el relente de la Madrugada.

En San Andrés todo esto se entiende mejor. Charitas Mariae urget nos. Su Triduo siempre nos refresca nuestra Juventud, nuestro volver a nacer, nuestras nuevas oportunidades. Si lo guardabas todo en tu corazón, qué no habra en él después de lo sucedido, qué ganas no habrá de pedirte que nos lo compartas y en Tí de saberlo el mejor regalo. Triduo a las Penas ¡pero Triduo Glorioso! De Mayo y de alegría, de Cruz sin corteza, de Cruz adornada. De espadaña convertida en repique sin tañidos, pino mayor de nuestro trocito de Giralda (el gozo es el mismo) empinándose sobre la feligresía. Con vocación universal. Y Ella de testigo de este nuevo bautismo nuestro. Qué apartadita el Lunes Santo, qué necesariamente en el centro ahora, siempre regazo, siempre vientre, siempre abrazo, siempre acogedora. Cómo darte las gracias, ahora que nuestro Cristo se ha puesto en pie, hemos visto su estatura, hemos seguido sus huellas traspasadas y de pronto han desaparecido pero sin dolor porque Tu estabas en ese justo sitio para acompañarnos. Aunque te llames Penas. Que es como decir Caridad después de la Resurrección.

Francisco J. Vázquez Perea
Pregonero de la Semana Santa de 2003

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