Discreta, serena, implicada, profunda y elegante.
Te miro a la cara Señora y siento la tranquilidad de hablar con alguien que me conoce y me quiere, que seguro alcanza a entender lo que le cuento en la intimidad de mi vida. Déjame, Señora de mis días, que me coja de tu mano y pasee contigo hoy martes en la mañana por la calle Daoiz, por Cervantes, por el Pasaje de los Azahares… y te hable al oido.
Sabes Señora que las hermandades y cofradías son parte consustancial en la vida de muchos de nosotros, ocupan un espacio vital enorme en nuestra existencia y nos desvelamos por ellas. Nuestras hermandades son un don incalculable que sólo se valora en su dimensión mas absoluta cuando visitamos otros pueblos, otros países donde lo sagrado está reducido a la mínima expresión.
Se que casi todos los cofrades (de una u otra manera) buscamos la sana intención cristiana de evolucionar en el seno de nuestras hermandades. Buscamos construir el Reino de tu hijo, hacer un mundo mejor, mas justo, mas vivible, mas cristiano.Pero el paso del tiempo y este nuevo ciclo que vivimos inunda de preguntas mi corazón cofrade: ¿cuánto hay de vara dorada en nuestras intenciones y cuánto de evangelio?, ¿cuánto de frontera y cuánto de salón de casa?, dime María ¿cuánto tenemos en estas hermandades del siglo XXI de estrategia y cuánto de fraternidad?, ¿cuánto de alcanzar una meta social y cuanto de darnos a los demás?, ¿qué proporción tenemos la hermandades de Sevilla de externo sobre lo interno?, ¿cuánto de fachada y cuánto de corazón?.
Se de sobra que la obra humana es obra humana y goza de la imperfección que todo ser natural imprime a sus acciones, pero María de las Penas muchas veces me pregunto: dejando lo estético, lo cultural, lo profano, la tradición, la belleza, lo afectivo… ¿estamos en el camino correcto para el momento en el que vivimos o son otras realidades de la Iglesia las que están dando respuesta a tanta demanda?. Quitando, Maria, el día que tras nuestra túnica de penitencia te miramos a los ojos: ¿favorecemos un verdadero encuentro con Jesús el Nazareno en nuestros cultos?, ¿en nuestra formación?, ¿en nuestra caridad?, ¿hacemos o vivimos?, ¿completamos o sentimos?, ¿se hace o es útil?.
Dime Señora por qué encontramos distancia en nuestros pastores mas cercanos y por que respondemos con crítica esquinera, por que construimos muros bajo el mismo techo, muros entre una calle y otra, muros entre una trabajadera y otra, entre el paso de Cristo y paso de la Virgen, entre gloría y penitencia, entre los de toda la vida y los nuevos; convirtiendo en fómites lo que debería ser fuente de salud.
Ya estamos volviendo a casa, dime que una de esas lágrimas que caen por tu cara no es por nosotros, por tu hermandades y cofradías que no acabamos de darnos cuenta de lo que de verdad importa, de lo esencial, del bien que tenemos en nuestras manos, de la responsabilidad que adquirimos cuando decimos “si”.
Ya estamos volviendo a casa, dime que una de esas lágrimas que caen por tu cara no es por nosotros, por tu hermandades y cofradías que no acabamos de darnos cuenta de lo que de verdad importa, de lo esencial, del bien que tenemos en nuestras manos, de la responsabilidad que adquirimos cuando decimos “si”.
María de las Penas dame un beso para conseguir entender, para encontrar razones y seguir intentando construir el Reino de tu hijo.
Hasta esta tarde, Señora de mis días, donde vendré con mi saco de dudas como todos los martes de mi vida, buscando esperanza y complicidad a la orilla de tu cara.
Jesús Núñez Aguilar
Promotor Sacramental