Nuestra Señora de las Penas, se encuentra en estos días, que deberían ser de primavera y flores, rodeada de dolor y angustia. Santa María, es aquella que supo ser “fiel junto a la cruz de Jesús”; y que vuelve a colocarse fiel, junto a las cruces de cada día. Unas cruces que ya no son de madera como la de Jesús, sino que ha tomado muchas y diversas formas.
Hay, últimamente, demasiadas cruces de metal, en forma de camas, desde las que luchan nuestros enfermos; hay cruces de plástico, en forma de barcas, donde tantos hermanos y hermanas nuestros se juegan la vida por alcanzar una tierra prometida; hay cruces de cristal desde la que se asoman con incertidumbre al exterior, desde unas casas convertidas en cárceles; hay muchas cruces a las que tenemos que mirar y no olvidar en estos días.
Cruces nuevas que se están rompiendo por el hambre y el miedo. Cruces antiguas que se desgastan por la enfermedad y la muerte. Cruces que han perdido su resplandor, y que se sienten olvidadas por todos. Cruces que ya no creen que puedan servir para nada, o que se han astillado por la sequedad de un mundo cada vez más frío…Y junto a todas ellas, siempre nos queda María.
Porque a pesar de la dificultad y el dolor, la Virgen sabe estar a la espera de su hijo. Aquel que está siendo 1.000 veces crucificado cada día en aquellas cruces. En aquellos hermanos y hermanas que más lo necesitan. Pues “junto a la cruz de Jesús estaba su madre”.
La Virgen María nos enseña, a llorar con la pena y a sufrir con el que sufre
Y después de la cruz ¿Qué? Porque muchos se han preguntado leyendo los relatos de resurrección: cómo es que Jesús no se aparece a María. A esto se han dado muchas explicaciones, pero dejad que hoy comparta con vosotros la que considero más probable. Jesús no se aparece resucitado a la Virgen María, porque ella no lo necesita.
Jesús después de resucitar se aparece a los Apóstoles encerrados con miedo y que durante la pasión huyeron, incluso negándolo como Pedro. Se aparece a María Magdalena, que llora el robo del cuerpo, porque no ha creído en la resurrección. Se aparece a los discípulos de Emaús que huyen de Jerusalén desilusionados. Y se aparece a Tomás que duda incluso cuando todos afirman haberlo visto. Pero María no duda, no tiene miedo, no huye de Dios ante el dolor y el sufrimiento.
José Antonio de la Maza Caballos, Pbro.
La Virgen María nos enseña, a llorar con la pena y a sufrir con el que sufre. A colocarnos en el mejor puesto junto a la Cruz, para ser testigos del dolor. Nos invita a llorar y a servir. Pero sobretodo, nos enseña que después de la tormenta, sale siempre el sol. Que a pesar de lo malo, el bien siempre triunfa. Nos educa en el saber estar, y poder perderlo todo, menos la esperanza en un Dios que nos ha amado hasta crucificarse en nosotros mismos. Nosotros somos la Cruz de Jesús.
Pues queridos hermanos sigamos a María en este su mes. Mirémosla sabiendo que detrás de sus penas, hay una alegría oculta en el triunfo de su hijo. Agarrarla de la mano en este momento de dureza y de tristezas, porque os ha tocado ser ahora los discípulos amados que la habéis recibido como Madre junto a la cruz, a la espera de la feliz resurrección. Porque si el grano de trigo cae en tierra y muere, dará muchos frutos, para la vida eterna.
José Antonio de la Maza Caballos, Pbro.
Párroco de las Navas de la Concepción y San Nicolas del Puerto