La advocación de la titular mariana de la Hermandad de Santa Marta, Nuestra Señora de las Penas, pone de manifiesto una realidad de la vida de la Virgen que, en estas circunstancias que estamos viviendo, nos puede resultar consoladora. Efectivamente, Ella, la Madre de Dios, la Reina del Cielo y de la Tierra, la que fue llena de gracia, estuvo sometida a las penas que todos los hombres hemos de padecer.
También Ella, lloró amargamente, y su amistad íntima con Dios no la libró del sufrimiento.
También Ella, lloró amargamente, y su amistad íntima con Dios no la libró del sufrimiento. ¿Por qué, entonces, nosotros, tratamos de eludirlo a toda costa? ¿Por qué apelamos a nuestra condición de cristianos para que el Señor se vea obligado a protegernos de todo mal? ¿Por qué no comprendemos que, en el actual estado de nuestra naturaleza humana – ese “valle de lágrimas” al que nos referimos en la Salve – el sufrimiento es inevitable?. Es más, debemos pedirle al Señor la gracia de comprender que, a veces, es un acto de caridad sufrir por los demás…
Elevemos en estos días de mayo nuestros corazones a la Santísima Virgen para que, al contemplar sus Penas, las nuestras sean más llevaderas porque nos sintamos acompañados siempre por Dios y por su Bendita Madre.
Miguel Vázquez Lombo, Pbro.
Delegado episcopal de Asuntos Jurídicos de Hermandades
Miguel Vázquez Lombo, Pbro.