María ocupó siempre un puesto singular en la historia del cristianismo. El “sí” dado en la anunciación la hace colaboradora en el plan de salvación de Dios Padre que envió a su Hijo para salvarnos a todos. Con su “sí”, la Virgen María se transformó en Madre de nuestro Maestro, de todos sus discípulos, de todos los tiempos y para toda la humanidad. Su presencia materna en la vida de Jesús, de la anunciación al calvario, puede ser contemplada en los Evangelios: ella es la madre que acompaña a su hijo, un niño frágil en Belén; en su crecimiento, en la vida escondida de Nazaret; en la fase adulta de la vida pública, en el anuncio de la buena noticia, en la curación de las enfermedades del cuerpo y del alma; en el sufrimiento de la pasión y en la alegría de la resurrección y del regreso al Padre. En las bodas de Caná ella es la madre presente y activa que intercede y ayuda a crecer en la fe. En el cenáculo es la mujer orante que acompaña la Iglesia naciente acogiendo el don del Espíritu Santo.

MARÍA ES MADRE

Haciendo una lectura atenta de los escritos de los evangelios, percibimos con corazón de hijos, una sensibilidad puramente materna, si nosotros discípulos y discípulas de Jesús recurrimos a María, tenemos que tener la certeza que ella nos enseñará a amar a Jesús de una manera nueva, si hablamos con Ella, ella nos escuchará y nos aliviará como una madre alivia a sus hijos cuando la necesitamos.

Si nosotros discípulos y discípulas de Jesús recurrimos a María, tenemos que tener la certeza que ella nos enseñará a amar a Jesús de una manera nueva

MARÍA MADRE DEL SERVICIO

La mirada contemplativa en la persona de María es un modelo en la práctica de las virtudes, entre ellas emerge el servicio y el amor al prójimo.

El evangelista Lucas, en el texto de la visitación, nos muestra a María que camina presurosa para ir a servir a su pariente Isabel ¡El amor está siempre dispuesto a servir al otro! El “sí” pronunciado en la anunciación, la pone en el camino del servicio. Madre y mujer al servicio del prójimo.

MARÍA MUJER DE ORACIÓN

El evangelista Lucas, tanto en los textos de la infancia como en los Hechos de los Apóstoles, deja entrever, aunque sea de forma indirecta, algunas imágenes de María como mujer orante:

– En el Cenáculo, en oración con los discípulos.- En la narración de la infancia donde el autor la presenta como la mujer que guarda en el corazón todos los acontecimientos confirmando así, un camino de íntima unión con Dios.- En Juan, donde observamos dos momentos significativos: cuando intercede por los esposos en las Bodas de Caná, y en el Calvario, de pie junto a la Cruz, como mujer que se ofrece.

Ciertamente es en la contemplación de cada escena del Evangelio, donde nosotros los monjes y monjas vemos a María como un modelo de oración, de contemplación, confirmando en la experiencia íntima con el Padre, la belleza y la profundidad de su misión como Madre y mediadora.

María nos enseña a guardar en nuestro corazón la Palabra de Dios, a meditarla, a poner en práctica con los hermanos ese ejemplo de convivencia que el Maestro nos enseñó y nos dejó como forma de vida.

María es la Madre constantemente presente que intuye los sentimientos de los hijos, que cura, que protege y nos da calor, que nos hace crecer en el amor hacia su hijo Jesús.

Padre Joaquín Cruz, OSB.

La Virgen María no es sólo un modelo de oración, sino un ejemplo significativo y profundo de madre amorosa, de fervorosa apóstol y de donación sin reserva a Dios.

María, fue modelo para Marta y María de Betania, Marta por su vocación al servicio de entrega, hasta quedar extenuada y María en su vocación a la escucha de la Palabra de su Señor. Ellas dos, al igual que María Virgen, nos dan un ejemplo de cómo se puede seguir al Señor.

Que el Cristo de la Caridad, junto con Santa María Virgen, en su advocación de Nuestra Señora de las Penas y con Santa Marta, interceda por toda la humanidad, sean para nosotros consuelo y esperanza, y fortalezca y aumente a vuestra Hermandad de Santa Marta, la gracia y el don que toda comunidad necesita.

Padre Joaquín Cruz, OSB.
Monasterio de Santa María de El Paular