Su rostro expresa dolor, el mayor que una Madre puede sentir: el que produce la muerte de su Hijo. Una muerte de Cruz, entre ladrones, de la manera más humillante que se podía concebir, a pesar de su condición divina como nos recuerda San Pablo en su carta a los Filipenses. El dolor desgarrador de ver cómo el cuerpo es conducido al sepulcro de donde sabía que tendría que pasar para resucitar al tercer día. Pero para nosotros, los seguidores de Cristo y de su Palabra, esa Cruz ya no es un símbolo de muerte sino de la salvación que nos revela el sepulcro vacío.

Besamanos de Ntra. Sra. de las Penas en 2014.

Su rostro expresa Penas, las de sus hijos de todo el mundo, víctimas de las injusticias, del hambre y sed no sólo físicas y reales, sino también de justicia. Las que sienten todos los que ven sus derechos olvidados, sus ilusiones rotas, sus esperanzas desvanecidas ante la falta de sentimientos de hermandad entre todos.

Pero en Ella, en las Penas de María Santísima, también albergamos la esperanza de ser mejores. Porque su rostro también es el de una mujer valiente que acepta compartir el cáliz del sufrimiento que estaba reservado para el mejor de los nacidos. Siempre al lado de su Hijo, callada y humilde, no dudó ni un instante en decir SÍ a desempeñar el papel que le correspondería como Madre del Salvador, del que  tendría que venir al mundo para ser el Cordero Redentor.

En el rostro de Nuestra Señora de las Penas se refleja la mujer de fe absoluta. Su vida fue la de la más fiel de sus seguidores. Se podría resumir su testimonio en un “dejarse llevar por Él”, segura de que era nuestro auténtico Camino, Verdad y Vida: haced lo que Él os diga. ¡¿Qué otra cosa puede decirnos como Madre del Salvador?! Seguir sus enseñanzas, seguir su Evangelio.

En el rostro de Nuestra Señora de las Penas se refleja la mujer de fe absoluta

En este mes de mayo debemos ir un poco más allá de la expresión de dolor y pena de nuestra Madre. Estamos en tiempo glorioso de Pentecostés, tiempo en el que celebramos que el Señor ha resucitado y nos deja el preciado don del Espíritu Santo. Por eso nosotros, sus hijos del Lunes Santo, en este mes que recordamos especialmente a la Madre del Salvador, podemos regalar a Nuestra Señora de las Penas el mejor pañuelo que Ella puede esperar para enjugar sus lágrimas: nuestro propósito de hacer lo que Él nos diga, seguir el Evangelio que nos dejó. Ella es ejemplo de todas las virtudes. No hay una sola virtud que podamos pensar y de la que Nuestra Madre no sea ejemplo. Amor, humildad, misericordia, piedad, caridad, esperanza, desprendimiento. Y todo porque para Ella, como en la Iglesia, lo importante no es uno mismo, sino los demás. Como dijo Jesús, ” Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado. En esto conocerán todos que sois mis discípulos.” (Juan 13: 34-35). Todas la virtudes nacen de este mandamiento nuevo que el Señor nos da.

D. Narciso Cordero García.
Hermano Mayor de la Hermandad de las Aguas

En este mes de mayo hacemos pública protestación de nuestra lealtad a Ella como mediadora de las gracias, como ejemplo de vida al servicio del Señor, en la que reflejarnos y conducirnos con inquebrantable fe y esperanza, conocedores de que por Ella y con su ejemplo, alcanzaremos la perfección del Señor. Ese Señor que es llevado al sepulcro como última condición para su Gloriosa Resurrección.

Mi más cariñoso y fraternal abrazo a los hermanos de la Hermandad de Santa Marta.