María, consuelo en tiempos de pandemia

Pablo G. Casas Aljama, Pbro.
22 de mayo de 2020

Estamos en el mes de mayo, tiempo que dedica la Iglesia a la Virgen María. Un mes de mayo, ciertamente muy distinto al de otros años. Este tiempo que hemos dejado atrás, ha sido realmente duro, en el que a medida que iban pasando los días, poníamos nombre y apellido a las víctimas que se ha llevado esta terrible pandemia del coronavirus. Yo mismo, tuve que enterrar a una hermana de mi padre hace escasamente dos días. Una tía (viuda y sin hijos) con la cual tenía una relación muy estrecha desde pequeño. La que me enseñó a amar a Sevilla y a sus tradiciones, pues yo me crié fuera de esta bendita tierra de María. No os podéis ni imaginar la soledad y el sufrimiento que he tenido, al no poder ir a visitarla por el riesgo que eso suponía, y el darle cristiana sepultura, con el trabajador de la funeraria y un servidor únicamente presentes, mientras yo pronunciaba un breve responso.

En ese momento se me vino a la mente a Ntra. Sra. de las Penas de vuestra querida Hermandad de Sta. Marta.

Jesús se ha quedado en el reposo del sepulcro. María, en cambio, sigue sumergida en un mar de amarga pena

Jesús se ha quedado en el reposo del sepulcro. María, en cambio, sigue sumergida en un mar de amarga pena. No podía tener reposo ni descanso, separada del único amor de su vida, Jesucristo.

Al regresar del Monte Calvario con S. Juan y unas cuantas mujeres, seguro que su corazón se pobló de muchos recuerdos.

Quizá miraría de nuevo la cruz ensangrentada aún, pero tampoco hacía falta pues la tenía muy grabada en su corazón. Besaría las manchas de sangre de la Vía Dolorosa. Le vendría a la memoria las caídas de su hijo por el peso inmenso de la cruz…, y ahora ya en su casa a solas con todos esos recuerdos, pasó tres días ahogada en penas y tristeza, pero al mismo tiempo con paz y serenidad, como la mujer que se fía de Dios y hace siempre su voluntad.

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Pablo Casa Aljama, Pbro.

La soledad y la pena de este mundo y de esta sociedad sin Dios y sin María. Mira y contempla cuántas penas y calamidades en este mundo, (no las voy a ir nombrando, pues todos las sabemos).

Si alguna vez puedes, no dejes nunca en soledad y pena a un hermano.

Una familia sin madre, se nota ese hueco, el vacío…

No podemos tampoco entender nosotros, una Iglesia, una parroquia o una Hermandad sin la presencia y el amor de la Virgen.

Pablo G. Casas Aljama, Pbro.
Vicario parroquial de Ntra. Sra. de los Remedios de Sevilla

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