Madre

N. H. D. Manuel Portillo Boutín
13 de mayo de 2023

Te has ido. Ya no estás entre nosotros; te has ido. Tu despedida fue como ha sido tu vida, llena de amor y de esperanza, pero ahora lo único que encuentro al llegar a tu casa es soledad. Sí, a esa misma casa en la que hemos compartido tantas alegrías, penas y momentos de amor de una madre hacia un hijo y de un hijo hacia una madre.

13 Virgen 1976

Ntra. Sra. de las Penas en 1976

Me has dejado vacío. Vacío difícilmente reemplazable, complicado de llenar, porque sé que es imposible recuperarte. Atrás hemos dejado esos días en los que hemos pasado tanto tiempo juntos, que sólo me hacían devolverte tus desvelos pasados. Muchas han sido tus enseñanzas tanto de tu magisterio como de ti como madre, pero sin duda la que más me has sabido impregnar es la de tu amor hacia Ella. Hacia la que te hacía que te brillaran los ojos cuando difícilmente podías subir y bajar las escaleras de tu casa, pero con la que conseguías sacar fuerzas de dónde no las tenías, para ir a verla y estar con Ella, para tener ese ratito de intimidad como el que ahora tengo desde estas líneas con vosotras. Eso, lo cambiaba todo. Tu ánimo, tus fuerzas, tus ganas… tu todo, por verla a Ella. Esos minutos de complicidad que te hacían sentirla más cerca y poder mirarle a los ojos para hablarle de tú a tú y contarle las cosas que te preocupaban de madre a madre.

Hoy tengo yo esa oportunidad, para hablaros a las dos, a mis dos madres, a las que me han acompañado durante toda mi vida y que ahora me ven desde el cielo, a través de mi madre de las Penas: Dale el cariño que ya no tiene de sus hijos y nietos por tenernos tan lejos (con lo poco que te gustaba estar separada de nosotros). Explícale Madre, que este mayo estaré contigo para tenerla un poquito más cerca. Dile que ha sido mi modelo y guía durante muchos años y que quiero devolverle ese amor que ella me inculcó desde que era un niño por Ti. Por tus distintas advocaciones y por ti mi madre de las Penas. Trasládale la esperanza que tengo de verla de nuevo dándome esos besos eternos que muchas veces esquivé y que ahora tanto echo de menos.

Trátala con cariño, con el mismo o más con el que nos tratas día a día escuchando nuestros problemas implorándote una solución o con el que trataste a tu Hijo al acogerlo sobre tu regazo. Permíteme ser Juan para que me acompañes y guíes por este largo camino que será la vida sin mi madre. Déjame acompañarte mientras las fuerzas me lo permitan para que, desde tu altar, me sirvas de vía directa para hablar con ella. Se paciente conmigo y ayúdame a ser mejor hijo y mejor padre.

Por último, permíteme que me despida con una pequeña oración que siempre recito al verte y que me enseñó mi madre:

Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea
pues todo un Dios se recrea
en tan preciosa belleza.
A ti, celestial princesa,
Virgen sagrada María
yo te ofrezco en este día
alma, vida y corazón
mírame con compasión,
no me dejes madre mía.

N. H. D. Manuel Portillo Boutín

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