Los “traslados” de la Virgen de las Penas

N.H.D. Antonio Risueño de la Luz
Diputado de Cultos
1 de mayo de 2023

Absorta, discurría el corto trayecto del Traslado que llevaría el cuerpo de Jesús hasta el Edículo. Juan se afanaba en consolar el dolor que ya presagiaba María, …y será como un signo de contradicción -y a ti misma una espada te traspasará el alma-, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones (Lc 2, 34-35), pero hay desgarros que no tienen alivio.

La Virgen de las Penas no atiende el desvelo del joven y otros “traslados” se agolpan en su recuerdo:

A su memoria viene aquel día cuando, aún encinta, no dudó en trasladarse allá donde su servicio era necesario. “En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino deprisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel” (Lc 1, 39-40). La Virgen de las Penas no solo no se acomodó en su nueva “condición” como Madre del Salvador sino que adquirió una fuerza, una alegría que su prima captó en el mismo momento que la vió: “¡Bendita tu entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!” (Lc 1, 41).

Veneracion Virgen 2022 96

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O aquel traslado, ya al final de su gestación, cuando tuvo que desplazarse de Nazaret a Belén: “También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, …”. (Lc 2, 4-5). Viaje duro por caminos pedregosos, probablemente a lomos de un burro incómodo, pero siempre expectante y alegre. Solo albergaba una preocupación, dónde morar para dar a luz a quien el ángel llamó “Hijo de Dios”. Desde la conversación con el ángel las dudas se tornaron en disponibilidad absoluta por su fe.
“He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38).

Y entre idas y venidas, una huida. “Cuando ellos se retiraron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. (Mt 2, 13). ¿Cuánto duraría el destierro, un mes, un año quizás? ¿Qué hacer llegados a Egipto? Trasladarse a tierra extraña fue para María, José y el Niño un profundo trastorno. Atrás quedaron amigos, familiares y un hogar… Imagino el dolor de la Virgen ante tanta contrariedad. ¿Cómo es posible tanta adversidad por aceptar la voluntad del Padre? Solo el anuncio del ángel le llena de esperanza. “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios” (Lc 1, 30).

O la vuelta a Nazareth, otro traslado incierto. “Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño. Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel” (Mt 2, 19-21). Es fácil comprender la preocupación de la Virgen al contemplar la experiencia de tantos cristianos perseguidos y martirizados a lo largo de todo orbe por no renunciar su amor a Jesús resucitado y su fidelidad al Evangelio.

El discurrir de Jesús desde la Torre Antonia hasta el Calvario fue, sin duda, el traslado más doloroso. La Virgen de las Penas, de manera silente y oculta, acompaña y conforta a su Hijo. No huye, afronta y sufre la misma Pasión del Redentor compartiendo el sacrificio del Señor como ya le anunciara el profeta Simeón.

El discurrir de Jesús desde la Torre Antonia hasta el Calvario fue, sin duda, el traslado más doloroso. La Virgen de las Penas, de manera silente y oculta, acompaña y conforta a su Hijo.

Mientras Juan intenta consolar sus Penas le queda otro Traslado, el definitivo pero Ella aún no lo sabe.

Porque siempre así lo creyó el pueblo de Dios y refrendó la Iglesia proclamando del dogma asuncionista, la Santísima Virgen de las Penas “… cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial. (Constitución apostólica Munificentissimus Deus, 1 de noviembre de 1950). La Santísima Virgen fue trasladada a la gloria de Dios por su generosidad.

Para los cristianos este dogma es el de la esperanza. Por la Asunción de la Virgen María participamos de la Resurrección de su Hijo, es una anticipación de la resurrección objeto de nuestra fe.

Y este transitar que nos enseña la Virgen de las Penas es el testimonio que debemos hacer nuestro. Un traslado constante del mal al bien; del pecado a la reconciliación, de la oscuridad a la luz, de la tristeza a la alegría, del hombre viejo al hombre nuevo. Y así hasta que el Señor nos llame a gozar de la vida eterna en el traslado definitivo.

Antonio Risueño de la Luz
Diputado de Cultos
Hermandad de Santa Marta

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