La Visitación de la Virgen María a su prima santa Isabel

Hna. Marisa Cotolí Suárez
Superiora de la Congregación de Hermanas Oblatas
31 de mayo de 2022

Hoy celebramos la Visitación de la Virgen María a su prima santa Isabel. María, portadora de un misterio de vida, habitada por una vida en semilla, se encamina hacia una ciudad de Judá para visitar a su prima Isabel. 

Besamanos Virgen 2015

Besamanos de Ntra. Sra. de las Penas en 2015.

Apenas Isabel, escuchó el saludo de María, el niño que llevaba en las entrañas se estremeció dentro de ella. Su voz la llenó de una alegría desconocida en la que se desbordaba toda la energía del Espíritu.

Suponemos que habrían sido años difíciles para Isabel, años de esterilidad, tejidos de desolación y de desahogo ante el Señor. Cuando Zacarías volvió mudo del santuario y trató de hacerle entender que su oración había sido escuchada, le costaría creerlo hasta que tuvo la certeza de que en su seno se había alumbrado la vida: el Señor se había acordado de ella lo mismo que de nuestras madres, y la había visitado con el don de la fecundidad. Le había desatado el sayal de luto para revestirla de fiesta.

La Virgen María, como portadora de un misterio de vida que se va gestando en su interior, se encuentra con ella, la escucha y comparte el gozo que produce acoger la voluntad de Dios.

Isabel reconoce en su prima María a la verdadera hija de Sión convocada a la alegría, a la llena de gracia, a esa mujer humilde y sencilla de corazón, escogida para ser la Madre de Dios. Y le nace la alabanza, de forma espontánea: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!” “¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”

Y es que cuando se confía en el amor de Dios, como hizo la Virgen María, Él  hace cosas grandes, hace posible lo que aparentemente es imposible, como en la primera mañana de la Creación. María acogió la Voluntad del Señor “Hágase en mí según tu Palabra” y dejó que Dios engendrase a su Hijo en ella.

En el encuentro de la Virgen María y su prima santa Isabel, cada una entrega, recibe y aprende de la otra: María, su saludo y su servicio; Isabel, su bendición y su proclamación de felicidad. Cada una lleva a la otra más allá de sí misma: María le hace ver a Isabel, a través de ella, el rostro de Jesús; Isabel, por su parte, prepara el terreno a María para que cante el Magníficat.  

La Virgen María, consciente de la grandeza de Dios, movida por su Espíritu y agradecida por el regalo recibido de llevar a Jesús en sus entrañas, prorrumpe en un canto de alabanza al Señor por su bondad y misericordia, por su santidad y su poder.

La Virgen María, Nuestra Señora de las Penas, titular de nuestra Hermandad, nos invita hoy, día de su Visita a su prima santa Isabel, a agradecer también la vida de la que somos portadores, a ensanchar nuestro horizonte de fe y a mirar el mundo con la mirada de Dios. 

Santa Isabel escuchó a María y supo reconocer en ella la nueva Arca de la Alianza que llevaba dentro la salvación. Isabel, “la visitada”, puede enseñarnos también a reconocer todo aquello que viene a nosotros envuelto en el disfraz de lo insignificante.

Marisa Cotolí Suárez

Hna. Marisa Cotolí Suárez. Superiora de las hermanas oblatas.

El impacto de la emigración y de la pobreza creciente siguen estando muy presentes. El Señor mismo está bajo los rostros de muchas personas adultas y niños. Por eso nos urge a estar siempre “de parte de los visitantes” y a saber descubrir, como portadores de bendición, a aquellos que irrumpen en nuestras vidas, que llaman a nuestras puertas. Abrir estas puertas puede transformar nuestras vidas y llenarlas de alegría, porque son las personas, rostros vivos de Dios, la fuente privilegiada de felicidad, una felicidad que nuestra Madre María Santísima experimentó cuando abrió las puertas de su corazón y se dejó habitar por Dios.  

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