Ahí la vemos. Cerca de su Hijo. Detrás de su Hijo. Con Él en la cuna de la gruta de Belén. Con Él camino de la sepultura. Y es que las madres nunca están lejos. Son Amor. Puro amor. Lo que decía Pablo en Corinto sobre el Amor, nos sirve perfectamente para hablar de María porque Ella es el Amor.

Ntra. Sra. de las Penas vestida para el mes de los difuntos.

Ella es Amor y, como todas las madres, todo lo perdona, todo lo acoge, todo lo sufre. Su Amor no acaba nunca.
A Ella, nuestra Madre, le pido paz. La paz que es la negación del amor. Paz para nuestros hermanos de Ucrania que sienten la pena de ver que sus casas y su país estallan en pedazos, el horror de las bombas, la incertidumbre de cada amanecer, la desesperanza de un futuro que acaba en cada instante. “Tristes armas, si no son las palabras”, dijo el poeta. “Tristes guerras, si no es amor la empresa”.
Te pido, Madre de las Penas y se lo pido a Nuestra Señora de Kiev, patrona de los ucranianos, os pido que cese la guerra. Paz. “Muyr” en ucraniano. La guerra es un atraso y un fracaso. Cómo olvidar a los niños que han muerto cuando empezaban a vivir, niños que lloran, niños con la mirada perdida de la mano de sus madres sin saber qué pasa y por qué pasa y a los que han arrebatado de forma tan cruel sus sonrisas, sus juegos, su infancia.
Dice el Papa Francisco “Perdónanos la guerra, Señor. Ten piedad de nosotros, Señor, tú nacido bajo las bombas en Kiev. Ten piedad, tú muerto en brazos de la madre en un bunker de Kharkiv. Piedad por ese joven de 20 años enviado al frente.” Cuánta razón tenía Juan Pablo II, Santo Padre, Padre Santo, cuando decía que la “paz no se escribe con letras de sangre, sino con la inteligencia y el corazón”.

Cuánta razón tenía Juan Pablo II, Santo Padre, Padre Santo, cuando decía que la “paz no se escribe con letras de sangre, sino con la inteligencia y el corazón”

D. Cristobal Cervantes.
Periodista.

El corazón que ha puesto nuestra Hermandad para que la Caridad sea una palabra con sentido y con el compromiso real de atender y ayudar. Y es que la Caridad es, también, un abrazo. Un abrazo que acoge y consuela. “Charitas Christi urget nos.”
En Santa Marta somos testigos de las penas y el dolor de María. Debe ser verdad. No hay dolor más grande que el de una madre que asiste al funeral de su hijo. Pero qué lección nos da en medio de las lágrimas. Lección de Esperanza. Lección de vida.