La Virgen de las Penas

Francisco Robles Rodríguez
Escritor
12 de mayo de 2022

Tuvieron que decírselo a él, que había hecho el misterio entero, que se había dejado buena parte del duende en aquellas imágenes que componían el paso más hondo de los diseñados en aquellos años. No hace falta ser de una mentalidad parecida, ni hay que tener su genio, dicho sea en los dos sentidos de la palabra. Que la Virgen que había tallado no era del gusto de la mayoría de hermanos, saltaba a la vista de cualquiera. Ahora le pondrían en su lugar una Dolorosa más acorde con su sentimiento, o eso era lo que decían por los pasillos de la hermandad las lenguas de doble filo, siempre acostumbradas a hacer una cosa y decir que estaba en el otro extremo. Aquel día del año 1958 estaba todo preparado para la bendición de la nueva imagen. Y se llevó a cabo.

Virgen hebrea paso 2011

Ntra. Sra. de las Penas de hebrea en el paso en 2011.

Luis Ortega Bru no se repuso nunca de la sustitución de la Virgen de las Penas que talló para la nueva hermandad de Santa Marta. Por cierto: la Santa que procesiona con ese nombre salió también del taller de Sebastián Santos. A Ortega Bru se deben las demás figuras del imponente misterio, empezando por el Cristo de la Caridad. Es imposible definir lo que se siente al encontrarse cerca de Él, al rozar con nuestra única mano el paño de pureza, al sentir su cuerpo tan cerca… y tan lejos. No podemos olvidar que el martirio ha hecho de las suyas, que Dios ha sucumbido al contrasentido de la muerte, que el hombre es capaz de reconocer la grandiosidad de la belleza a pesar del delicado momento que representa. Seguimos viendo lo mismo que cuando éramos un niño que lo buscaba ansiosamente.

Pero todo lo dicho hasta ahora no vale nada para su autor, que sigue viendo a la Virgen de las Penas en su reducto. Ebrio, por no decir borracho, se encara con la imagen y le dice claramente por qué no va en el paso. Hay que comprenderlo, sobre todo ahora, cuando hace demasiado tiempo que la muerte se lo llevó para siempre allí donde no hay dolor, ni miradas, ni gestos que incitan a la desmesura. Está sentado a la derecha del Padre, él que fue siempre tan de izquierdas. Y mira como sólo saben hacerlo los descarriados, los que eligieron a medias el camino trazado para la salvación del alma, los puros de corazón.

Su imagen sustituida fue tallada por el maestro Sebastián Santos, y en ella se aprecian detalles tan puntuales como la posición de la cabeza, o como el giro que le imprimía la antigua escultura al misterio. Era de una sencillez tal, que los devotos que consiguió arrancar se quedaron prendados de ella. A lo largo de estos años, nuestra alma se ha visto impulsada a creer en la antigua estatua, como si ella fuera la verdadera Virgen de las Penas. Siempre ha estado en ese lugar discreto, expuesta a la veneración continua de un pueblo como el nuestro, de una gente que se preguntaba un día sí y otro también por la causa del abandono que había sufrido dicha imagen, tan querida por los que respondían en silencio.

Aquí damos con la clave que configura el ser de nuestras imágenes. No son unas representaciones de la vida, y de la obra, de Jesús y de la Virgen María. Son mucho más que eso. La belleza de la que están hechas nos comunican los valores que se pretende predicar. El Cristo de la Caridad lo resume todo con su vacío, con su carne blanquecina y su paño de pureza, con la mirada perdida porque ya no está con nosotros. Y frente a Él, la Virgen no se encarna una vez, sino dos. Sé que puedo levantar con esta frase algún malentendido, pero no me lo toméis a mal. Perdonadme en mi visión duplicada, pero es lo que yo mismo veo. Las imágenes de Luis Ortega Bru y de Sebastián Santos son complementarias más allá de la vida que nos ha tocado vivir, más allá de la muerte.

Francisco Robles

D.Francisco Robles Rodríguez.
Escritor.

En este mes de mayo, con los ucranianos luchando por las libertades que son imprescindibles para vivir, recemos a la Madre en nuestro permanente amor que resiste el más cruel de los embates. Ella atenderá nuestras súplicas, y nos recibirá en el seno materno al que somos llamados. Será la Virgen de las Penas, cruz y guía perpetuas que se van remozando a medida que pasa el tiempo.

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