Ima

N. H. D. Javier González Sánchez
23 de mayo de 2023

Permitidme que empiece esta reflexión sobre nuestra Madre, en su advocación de las Penas, imaginando que somos peregrinos en salida en este nuestro Año Jubilar; peregrinos en este intrigante camino que iniciamos los cristianos de todo el mundo desde la Pascua de Resurrección hasta Pentecostés. Jesús nos sale al paso pero nuestros ojos –como les ocurriera al principio a los dos discípulos de Emaús- no lo reconocen. Es curioso. Al igual que Cleofás y su compañero, sabemos que ha resucitado; nos lo han contado, lo hemos escuchado, incluso vemos a discípulos suyos absolutamente transformados. No parecen los mismos, les desborda la alegría y carecen de miedo ya: hablan sin pudor de Jesús, el Mesías verdadero, y de su Evangelio. Y sobre todo, son capaces de reconocer a Cristo y capaces de asumir su propio camino hacia la La Luz a través de la Cruz que a cada uno les espera. ¿Somos conscientes de que así es nuestro propio camino como discípulos?

23 Lunes Santo 2022 67Sin embargo, el camino de María es único por diferente al ser el único ser humano que lo hace al revés. La Elegida sin pecado original por el Altísimo disfruta de la Luz verdadera desde sus mismas entrañas, y atraviesa su camino terrenal -no exento de preocupaciones, desvelos, risas y llantos- plenamente confiada en que su Hijo es el Salvador que la Humanidad estaba esperando.

Siempre me ha costado mucho entender que los Evangelios canónicos no hagan mención alguna a la aparición de Jesús a su Madre tras la Resurrección. ¿Cómo es posible que aparezcan personajes “secundarios” (permítaseme la licencia) como testigos primeros antes que Ella? ¿Acaso fue así de verdad? Estoy convencido de que no.

Indiscutiblemente, es María la primera persona a la que Jesús se aparece con el primer destello del alba de aquel Domingo que cambiaría para siempre la Historia de la humanidad:

-Ima… (Mamá…)
Y no hicieron falta más palabras para que María pusiera punto y principio a sus certezas al contemplar el

cuerpo glorioso de su Hijo por primera vez. Es en ese preciso instante cuando María, que ha cargado con sus penas y dolores traspasándole el alma, es reafirmada por el Padre como Madre de la Esperanza humana, hecha carne en Jesús gracias a su fiat. Y justo en el amanecer del primer Domingo, día de la Creación, es cuando su ́Creo ́ cobra pleno sentido en las dos acepciones del verbo de manera simultánea:

“Yo creo” porque su corazón jamás albergó dudas acerca del plan salvífico de su Hijo.
“Yo creo” porque es la creadora exclusiva de la Iglesia que habría de despertar con el fuego del Espíritu Santo cincuenta días después.

ORACIÓN

Señora Nuestra de la Penas, ayúdanos a estos fieles hermanos y devotos tuyos a mantener los ojos del alma bien abiertos para reconocer a tu Hijo en todos los próximos, aquel que nos prometió estar entre nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Ayúdanos a no desfallecer ante las adversidades, las contrariedades y los sinsabores cotidianos, y sí a apreciar el brillo de cada gesto que Jesús tiene para con nosotros en los demás. Fortalécenos en nuestras tareas diarias para hacerlas desde el silencio de la humildad, el denuedo del ardor evangélico y la urgencia de tu Caridad. Intercede, Madre buena y Mediadora universal, ante el Padre Eterno para que cesen las guerras, las hambrunas, las desigualdades sociales y las injusticias -tú que todo lo puedes- como fruto directo de nuestro compromiso personal con los más desfavorecidos. No nos dejes escurrir el bulto cobardemente, ni mirar para otro lado,ni escondernos bajo otras falsas ocupaciones disfrazadas de piedad y lástima indoloras.

Salve Madre, contigo caminamos y solo de tu mano llegaremos plenos a la Casa del Padre. AMÉN.

N. H. D. Javier González Sánchez

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