Festividad de San José

La contrariedad lógica cuando aquello que anhelamos durante tanto tiempo se desvanece, es grande. Cultos tan cercanos y entrañables como el Besapié y el Traslado al paso o las vivencias que se renuevan cada Lunes Santo, son momentos importantes de encuentro con el Señor. Para algunos, quizás el único del año, para muchos el culmen de un curso pleno en la vida espiritual del hermano de Santa Marta.

Todo esto no deja de ser para nosotros una contrariedad si lo comparamos con la experiencia que vivió San José y de quien celebramos su festividad.

El ángel del Señor le anuncia, en sueño, que la Virgen va a ser Madre, por obra del Espíritu Santo, del Hijo de Dios.

Dudo que San José comprendiera todo cuanto iba a ocurrir, quizás dudara si el sueño era fruto de su fantasía o un mensaje de Dios. Como hombre de fe San José acepta obediente la voluntad del Padre.

Nuestra cultura católica interioriza el hecho como si fuera algo normal. Destaquemos la humildad y generosidad de un hombre trascendental en la historia de la Salvación y que, seguro, aunque los evangelistas lo hayan omitido, fue esencial en la educación de Jesús.

Reflexiones todas en un día que tendríamos que estar muy ajetreado con el reparto de las papeletas de sitio, con la preparación del paso y la cofradía, con la organización de los cultos aún pendientes. Pero la voluntad del Señor es otra. Igual que San José sepamos aceptar y confiemos en el amor de Dios y en la inteligencia que Dios ha depositado en el hombre  

El día de San José, no lo olvidemos, es precepto y tendremos que optar por algunas de las posibilidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías.

Recemos con fe por todos los enfermos que, desde la desazón lógica, viven preocupados; para que no pierdan la esperanzan y encuentren consuelo en su fe y en el amor a la Madre de Dios.

Canta el salmo 40, 2 “Dichoso el que cuida del pobre y desvalido; en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor”. Dando gracias a Dios pidamos por quienes trabajan en el ámbito de la salud. Médicos, enfermeros, celadores, y todo el personal de sanidad, que no decaigan en la tarea para la que han sido llamados y que serán gratificados por el Padre y correspondidos con el aprecio de todos.

Oremos por todos nosotros, rezad por vuestros hermanos de Santa Marta, para que recuperemos el ánimo y la alegría, la esperanza y la felicidad, el optimismo y la paz.

Evangelio del día: Mt 1, 18-24

El nacimiento de Jesucristo sucedió así: su madre, María, estaba prometida a José, y antes del matrimonio, resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, decidió repudiarla en secreto. Ya lo tenía decidido, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:

 —José, hijo de David, no tengas reparo en acoger a María como esposa tuya, pues lo que ha concebido es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del profeta: Mira, la virgen está encinta, dará a luz a un hijo que se llamará Emanuel, que significa: Dios con nosotros. Cuando José se despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado y acogió a María como esposa. 

Palabra de Dios.

Oración

Oh san José, cuya protección es tan grande, tan fuerte y tan inmediata ante el trono de Dios, a ti confío todas mis intenciones y deseos.

Ayúdame, san José, con tu poderosa intercesión, a obtener todas las bendiciones espirituales por intercesión de tu Hijo adoptivo, Jesucristo Nuestro Señor, de modo que, al confiarme, aquí en la tierra, a tu poder celestial, Te tribute mi agradecimiento y homenaje.

Oh san José, yo nunca me canso de contemplarte con Jesús adormecido en tus brazos. No me atrevo a acercarme cuando Él descansa junto a tu corazón. Abrázale en mi nombre, besa por mí su delicado rostro y pídele que me devuelva ese beso cuando yo exhale mi último suspiro.

¡San José, patrono de las almas que parten, ruega por mí! Amén