Lunes Santo de 2022.

Estando en un momento de silencio, miro tu rostro Madre y me conmuevo…

-¿Por qué esas lágrimas Madre?

– Mi pena y mis lagrimas son para que nazca vuestra Alegría…

-¿Cómo puede ser eso? No tiene sentido…

-Muy sencillo Hijo mío, lo que yo sentí en la Pasión de mi Hijo Jesucristo, al verlo torturado cruelmente, crucificado, y finalmente muerto en mis brazos tras descenderlo de la Cruz, todo ese sufrimiento era necesario para que a los pocos días pudierais verlo como prometió vivo y resucitado. Esa fue mi alegría, cuando Maria Magdalena nos dijo a todos que había visto a mi Hijo, que ya no estaba en el sepulcro, tal y como nos había anunciado. Y sigue siendo hoy mi Alegría al ver a cuantos hombres y mujeres ha cambiado su vida a lo largo de la Historia tras su Resurrección. Hoy sigue haciéndolo, esperando que sus corazones se vuelvan a Él.

-Pero hoy muchos le ignoran a Él y te ignoran a ti.

-Es cierto, pero yo sigo aquí, a vuestro lado siempre porque soy vuestra Madre y os amo… Si supierais hasta que extremo os amo, lloraríais de alegría. Por eso os traigo la Paz que vuestro Padre del Cielo sabe que necesitáis en este mundo tan convulso en el que vivís.

No tengáis miedo porque yo os acompaño y os protejo de todo mal, pero os pido que oréis, aumentad vuestra oración, para que podáis ver como os escucho en cada plegaria, en cada pensamiento, en cada angustia que me confiáis.

Todas tus inquietudes, tus preocupaciones las conozco.  Déjamelas a mí, ponlas en mis manos y yo las llevaré al Padre que sabe mejor que nadie -como buen Padre que es- lo que necesitas.

-Gracias Madre, tus palabras me llenan de serenidad y paz. Pero siendo así como dices, ¿Por qué siguen cayendo lágrimas por tus mejillas? ¿Por qué sigo viendo tristeza en tu rostro?

-Ay Hijo mío, porque a pesar de mi Amor por vosotros, hay cada vez más personas que están alejadas de ese Amor, y os olvidáis de mí, de que yo cuido de vosotros, de que estoy tan cerca… tan solo nos distancia un pensamiento, una breve oración, un Rosario, ….

Por eso si tú me amas, no te olvides de vivir esto y recordar estas cosas a tus hermanos, a los que has de amar como mi Hijo los ama: con sus cosas buenas, y las no tan buenas… Todos sois así, con luces y alguna sombra, pero no olvides que mi Hijo os envió el Espíritu Santo para que os transformarais y entendierais todas las cosas que El os enseñó cuando estuvo en la Tierra caminando junto a vosotros.

Pronto celebrareis Pentecostés, celebrad que el Espíritu se halla entre vosotros, dejadle espacio y escuchadle en la oración, porque os necesita tanto… 

Y estoy triste también porque veo mucho sufrimiento entre vosotros, familias que no se aman y se destruyen por causas que tendrían solución, personas que no tienen lo mínimo para vivir, hijos míos que pasan hambre en muchos países, odio entre gobernantes de países que llevan a la guerra y al sufrimiento infinito a tantos y tantos inocentes, utilización de las almas para usarlas y luego dejarlas tiradas….

-¿Y yo que puedo hacer ante todo esto, Madre?, soy solo una persona que te quiere pero tan poca cosa que no tengo poder para arreglar este desastre que te aflige… El mal parece que está ganando esta batalla. No me veo con fuerzas, me supera …

-Puedes hacer mucho más de lo que piensas, porque cuentas conmigo y con mi Hijo. El te dará la fuerza necesaria para que puedas poner tu vida en guardia, para que estés atento a todas estas cosas y te pongas al servicio del hermano o hermana que te necesita para que le escuches, para que le eches una mano, para que le puedas dar un consejo, para que le acompañes en su vida, en definitiva, para que dejes de mirarte a ti, y mires lo que te rodea a ver que puedes hacer, como puedes amar, empezando por los que tienes más cerca y siguiendo por todo el que se cruza en tu vida.

Hay tantas oportunidades de poder hacer el bien…

Yo como vuestra Madre tengo esperanza en lo que vosotros podéis hacer. Te conozco y os conozco en lo más íntimo de vuestro corazón. Por eso sé que al final, si os dejáis hacer por mi Hijo, si os ponéis en sus manos, venceréis a ese mal que os aflige. Así mitigareis mi tristeza y podré sonreíros a cada uno… como siempre espero hacer, sin cansarme nunca de esperar… Orad para que entendáis lo que tenéis que hacer en cada momento.

-Gracias Madre por tus palabras de ánimo y de consuelo.

Yo quiero intentar vivir todo eso que me has dicho con todo mi corazón, pero sé que solo no puedo, porque soy tan débil…  me desanimo pronto, no tengo constancia, me pongo a pensar en todas las preocupaciones de la vida que tengo, me aíslo en mi mundo y se me olvida todo…

Por eso te pido que no te separes de mí, Madre. Puedes contar conmigo porque estoy dispuesto y quiero hacer lo que me has dicho, lo que Tu esperas de mí. Como en las bodas de Caná de Galilea, donde nos enseñaste cuál era el camino con una frase sencilla, pero que es la verdad de la felicidad de nuestra vida “Haced lo que Él os diga” … Voy a intentar vivir esto con todas mis fuerzas.

D. Casimiro Galán Garrido.
Presidente Diocesano de Cursillos de Cristiandad en Sevilla.

-No sabes cuánto agradezco tus palabras Hijo mío, y cuanto consuelan mi corazón. Yo te bendigo y bendigo a todos en el nombre del Padre, de Mi Hijo y del Espíritu Santo…

Y ten fe, no estás solo, estaré siempre a vuestro lado…

-Como te quiero Madre, ¡¡Qué buena eres con nosotros!! Te envío un beso que llegue hasta el Cielo donde espero algún día llegar para abrazarte para siempre.

Con cariño, a mi querida Hermandad de Sta. Marta.

Casimiro Galán Garrido