El sábado 17 de marzo la Madre Belén Soler pronunció la Meditación ante el Cristo de la Caridad, acto íntimo que sirve de inicio al Besapiés de nuestra venerada imagen.
La madre Belén, de la congregación de Madres de Desamparados y San José de la Montaña y directora del Centro de Protección de Menores de San José de la Montaña en Sevilla, nos ofreció una hermosa reflexión, personal y profunda, que permitió a los asistentes vivir un momento de oración alrededor del Santísimo Cristo de la Caridad: "Estamos hoy aquí para, juntos como hermanos, ponernos a tus pies y como María la hermana de Marta, dejarlo todo…; preocupaciones, trabajo, ilusiones, miedos… y dedicar este tiempo a la oración y disfrutar de ti."
Comenzó la madre Belén haciendo una preciosa metáfora entre la casa como lugar físico y nuestra "casa interior" de la mano de Marta que "puede presentir su casa muy amada pues Te reconoce como el Huésped que en secreto la habita. Todos los encuentros que vive contigo son en casa."; por eso "Mi primer movimiento querría ser entrar en casa, al interior de mi propia casa, entrar por la puerta y recorrer las estancias profundas que hay en mí.". Este pensamiento sirvió a la madre Belén para hacer una reflexión profunda sobre nuestro yo interior y nuestra relación íntima con Cristo con pasajes como este: "En la intimidad de esta noche, en el regalo de esta noche sin prisas, me acerco a ti Cristo de la Caridad, a pedir que me agarres de la mano para ayudarme a vivir mi vocación desde mi casa interior, sin temor a introducirme en ella."
La meditadora continuó preguntándose por qué comenzó a seguir a Cristo, escrutando desde el corazón "¿Cómo podía escapar de la atracción de un hombre que se atreve a hablar como tú de la felicidad, de esa que nace de la intimidad y llega a la intimidad del otro? ¿Que clase de dicha es esa de la que hablas, que está en poder de los que son menos amados?". En el fondo, la madre Belén nos estaba invitando a que cada uno contestase a esa pregunta.
La tercera y última reflexión de la madre Belén la llevó a querer abrazar a Cristo, "Esta noche ante Ti, Cristo de la Caridad. Percibo que me pides un abrazo… mis brazos quisieran abrazarte. En este silencio estás ante mí con los brazos abiertos… vacíos… vacíos por completo…" porque de tanto amar, Cristo "se han quedado sin nada de tanto abrazar, arropar, cuidar, acompañar, animar, acoger… se han donado al amor por entero, entonces y hoy. Me sobrecoge la calidad de tu entrega con los más desamparados, con los no amados.". Aparece entonces la figura de la Virgen, "la llena de ternura con un corazón de mujer que se da cuenta del sufrimiento de los demás e intenta evitárselo. No se sintió humillada cuando fuiste azotado, cuando te escupieron en la cara, al tratarte como rechazado, indeseado u odiado. Siempre en pos de ti, junto a ti."
Finalizó la Meditación con un himno de la Liturgia de las Horas referente a la Resurrección de Cristo "Nos dijeron de noche que estabas muerto, y la fe estuvo en vela junto a tu cuerpo; La noche entera, la pasamos queriendo mover la piedra. Con la vuelta del sol, volverá a ver la tierra la gloria del Señor." que fue cantado por las hermanas de la congregación que asistieron a la Meditación sobrecogiendo el corazón de los asistentes.
Fue, en resumen, una Meditación honda y sencilla a la vez que permitió a todos los que la compartieron tener un rato de oración profunda y sencilla con el Cristo de la Caridad.