“La entrega de la vida, produce vida”. Oración al Cristo de la Caridad para Pascua

15 de abril de 2012

Ofrecemos a nuestros hermanos la meditación que en el culto semanal del martes de Pascua de Resurrección, 10 de abril, pronunció nuestro Director Espiritual, como apoyo para la oracion y reflexión espiritual en este primordial tiempo litúrgico, centro y cumbre del año cristiano.

 

Hermandad de Santa Marta

Culto semanal – Martes Pascua Resurrección 10 abril 2012

PARA ORAR

 

Salmo 22
  1. El Señor es mi pastor, nada me falta
    en verdes praderas me hace recostar;
  2. Me conduce hacia fuentes tranquilas
    y repara mis fuerzas;
  3. me guía por el sendero justo,
    por el honor de su nombre.
  4. Aunque camine por cañadas oscuras,
    nada temo, porque tu vas conmigo:
    tu vara y tu cayado me sosiegan.
  5. Preparas una mesa ante mí,
    enfrente de mis enemigos;
  6. me unges la cabeza con perfume
    y mi copa rebosa.
  7. Tu bondad y tu misericordia me acompañan
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa del Señor
    por años sin término.
  8. Gloria al Padre y al Hijo
    y al Espíritu Santo.
  9. Como era en el principio,
    ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén 

La entrega de la vida, produce vida

La Resurrección del Señor ilumina su gloriosa pasión no en cuanto le niega su brutalidad, sino en cuanto le niega la última palabra. La resurrección es inseparable de la pasión, cuyo reverso constituye y con la que forma una unidad: la Pascua del Señor. Para vivir de esa Pascua del Señor es necesario entender y experimentar que la entrega de la vida produce vida, y de ello tenemos una prueba en Jesús.

            No apartes los ojos de Cristo resucitado, y se llenarán de luz las palabras de tu canto: “El Señor es mi Pastor, nada me falta.”. Tú miras al Cristo de la Caridad, y te asombras por la abundancia de la misericordia; tú miras a Cristo, y ves el cielo nuevo, la nueva tierra que brota de la Pascua del Señor.

Tú miras al Cristo de la Caridad, y sabes que la misericordia te apacienta. En Cristo la bondad de Dios se ha hecho pastor de tu vida. Él es el buen pastor que te conoce por tu nombre, que nunca te abandona, que da su vida por ti. Te vio perdido y te buscó para devolverte al redil. Te vio amenazado y por ti luchó. Cristo el Señor defendió tu vida con la suya.

Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy el buen pastor”. Y puede que los fariseos nada entendiesen de lo que él les estaba diciendo. Hoy tú has escuchado la palabra del Señor que te decía: “Yo soy el buen pastor”. Y con verdad tú le dices a él: “Tú eres mi salvador, tú eres mi redentor, tú eres, Señor, mi vida”.

Como si a cada uno de nosotros nos mostrases las llagas de tu cuerpo santo, tú dices:  “Yo soy el buen pastor”. Y nosotros, como si te contemplásemos asombrados en medio de nuestra Hermandad, decimos: “Señor mío y Dios mío”, o vamos repitiendo por los entresijos del día y los rincones del alma tu hermoso nombre: “Jesús”.

Y ya no nos duele ser pequeños y no tener nada de qué presumir, pues tú, Señor, eres nuestra riqueza, tú has querido ser nuestro buen Pastor.

La vida ya sólo sirve para amar y para darla, como el Señor. Nuestra vida, después de la resurrección del Señor, cobra pleno sentido. Y es gozo y alegría no porque suprima el dolor, sino porque lo transforma; lo sitúa en otro contexto y, de ese modo, le da sentido: es dolor de parto, del que nace una Humanidad nueva.

Luis Fernando Álvarez González, SDB
Director Espiritual