La fotografía del archivo de la hermandad, muy poco conocida, podemos identificarla como la celebración de un Quinario en honor del Santísimo Cristo de la Caridad en la década de los años sesenta del siglo XX.
Sobre el presbiterio de San Andrés, cuya elegante escalinata, hoy desaparecida, aparece revestida por su regia alfombra roja y con las barandas doradas que mantuvo hasta la reforma posconciliar, por cuyo lado izquierdo vemos el remate de un cirial, contemplamos el altar de cultos levantado para la ocasión. De éste destacamos el color blanco que luce el frontal, lo que nos indica que el culto se celebraba fuera de Cuaresma, lo que no quedó regulado como tal hasta las Reglas de 1977, así como que las gradas del mismo están cubiertas con los respiraderos de madera tallada y dorada del paso de la Hermandad de gloria de Santa Lucía, establecida en Santa Catalina, con la que tenía una gran vinculación el capiller de la hermandad, N.H.D. José Tapia Montero.
Pero lo que, sobre todo, llama la atención es la original y poco repetida colocación en el altar de la imagen del Santísimo Cristo de la Caridad -de la que percibimos lo oscuro de su policromía original-, en un nivel elevado, totalmente exento del grupo de los Santos Varones y en posición frontal hacia los fieles, depositado sobre la sábana blanca y el cojín oscuro donde reposa su cabeza. Fijándonos con detalle, observamos que la imagen está escoltada por cuatro altos cirios o hachones en los ángulos de su efigie, a modo de catafalco o túmulo fúnebre. Y delante figura la tradicional -aunque en esta ocasión bastante irregular- candelería de cultos, toda con cera blanca, que era su color habitual hasta que fue sustituido por el azul también a mitad de la década de los setenta del pasado siglo, y entre la que se intercalan jarras con claveles rojos sueltos.
Una instantánea sin duda curiosa de la celebración del Quinario a nuestro amantísimo titular en una época muy distinta a la actual, pero en la que, a buen seguro, aquellos cultos también eran un encuentro importante -como lo sigue siendo por los años y las generaciones que transcurran- de fe y de oración de los hermanos de Santa Marta ante nuestro Señor de la Caridad muerto y trasladado al Sepulcro, cuyo ambiente de amor y devoción tan bien nos evoca esta estrofa de las Coplas que cantamos en su honor: “La fe y el alma remueven / el lirio azul del dolor. / Reposa tu sueño breve / y tu paz de Redentor.” Amén.
PARA SABER MÁS:
- Boletín de la Hermandad de Santa Marta, nº 52, mayo de 1999, cuadernillo central: “Los primeros XXV años de vida de la Hermandad” (descargar).
- Boletín de la Hermandad de Santa Marta, nº 62, febrero de 2005, pp. 24-25: “El primer Quinario al Cristo de la Caridad” (descargar).