Con esta cita de San Ireneo resumimos el contenido de la segunda sesión de nuestro ciclo formativo «Esta es nuestra Fe» titulada “Creo en Jesucristo, su único Hijo” en la que se profundizó en la naturaleza, vida y misión de Jesús de Nazaret.
Don Adrián Sanabria, una noche más en la Hermandad de Santa Marta, se adentró en cómo en un momento histórico determinado Dios Padre determinó la Encarnación de su Hijo en la naturaleza humana para realizar la redención de los hombres; y cómo hay testimonios históricos cristianos (los Evangelios) y no cristianos de su existencia en la tierra, como el conocido párrafo del historiador romano Flavio Josefo:
“Por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado Jesús, si es lícito llamarlo hombre, porque realizó grandes milagros y fue maestro de aquellos hombres que aceptan con placer la verdad. Atrajo a muchos judíos y a muchos gentiles. Era el Cristo. Delatado por los principales de los judíos, Pilatos lo condenó a la crucifixión. Aquellos que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo, porque se les apareció al tercer día resucitado; los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él. Desde entonces hasta la actualidad existe la agrupación de los cristianos.”
(Antigüedades judías18:3:3.)
Refirió luego cómo el Hijo de Dios ha recibido a lo largo de la historia diversos títulos o nombres: desde el más antiguo “Nuevo Adán”, Unigénito del Padre, Señor (Kyryos), Cristo (Mesías, Ungido), o Jesús (Dios salva), que expresan diferentes puntos de vista según las épocas históricas sobre su misión de Sacerdote, Profeta y Rey para la que fue enviado a la tierra.
La cuestión de las dos naturalezas de Jesús, divinas y humana, unidas en una sola persona, en lo que se denomina “unión hipostática”, definida por el Concilio de Calcedonia (año 451), para poner fin a las herejías antiguas como el docetismo, el arrianismo, o el monofisismo, fue analizada con detalle, por considerarla el núcleo fundamental de nuestra Fe en Jesucristo, Hijo de Dios.
“Se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo único en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación. La diferencia de naturalezas de ningún modo queda suprimida por su unión, sino que quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas y confluyen en un solo sujeto y en una sola persona” (Concilio de Calcedonia; DS, 301-302).
Más adelante desarrolló los principales aspectos de vida terrena de Jesús, sus palabras y obras, los milagros y todo lo que contribuyó a que su paso por el mundo llevara a cabo la Redención, como el Cordero perfecto cuya entrega en la Cruz culminó todos los sacrificios antiguos y abrió, con su Resurrección gloriosa, la salvación y la vida eterna para los hombres (cuestión que se verá con detalle en la cuarta sesión de este ciclo).
Concluyeron las palabras de D. Adrián, ante un auditorio entregado una vez más, reflexionando sobre como la naturaleza divina y humana de Jesucristo se contiene en la Eucaristía, que celebramos y comemos cada domingo, y cuya asistencia y participación es el auténtico testimonio de nuestra Fe y adhesión a Cristo, ya que la presencia eucarística es el culmen de la entrega actualizada de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre.