La Hermandad se reunirá en oración ante el Santísimo Cristo de la Caridad el viernes 17 de abril
La Hermandad de Santa Marta ha organizado una VIGILIA DE ORACIÓN POR LOS CRISTIANOS PERSEGUIDOS O MARTIRIZADOS, que se celebrará el viernes 17 de abril a las nueve de la noche en nuestra Capilla de la parroquia de San Andrés.
Será un momento de encuentro espiritual ante el Señor y al mismo tiempo un gesto significativo como Hermandad, abierto a todos nuestros hermanos, feligreses y fieles que deseen acompañarnos, de oración ante el Santísimo Cristo de la Caridad y de reflexión sobre el drama del martirio que están padeciendo hoy en día nuestros hermanos cristianos de Oriente y África, principalmente.
El Papa Francisco en el Ángelus del lunes de Pascua, 6 de abril, nos instó muy claramente a ello. Dijo: “debe continuar por parte de todos el camino espiritual de oración intensa, de participación concreta y de ayuda tangible en defensa y protección de nuestros hermanos y de nuestras hermanas perseguidos, exiliados, asesinados, decapitados, por el solo hecho de ser cristianos. Ellos son nuestros mártires de hoy, y son muchos, podemos decir que son más numerosos que en los primeros siglos”.
El Santo Padre se ha mostrado crítico con la pasividad internacional ante el asesinato de cristianos en países como Kenia, Siria e Irak. “Nuestros hermanos son decapitados y crucificados ante nuestros ojos y nuestro silencio cómplice”, afirmó el pasado Viernes Santo, al final del Vía Crucis que se celebró en el Coliseo en Roma y al que acudieron miles de creyentes.
YO TAMBIÉN SOY CRISTIANO
(Extracto del blog «Sevilla Misionera» de Miguel Sánchez Vilella en www.archisevilla.org)
Desde hace mucho, pero sobre todo en los últimos tiempos, somos conscientes de que vivimos en una sociedad indiferente, ciega y muda ante las persecuciones de las que hoy mismo son víctimas cientos de miles de cristianos. La falta de libertad religiosa, fundamento de tantas otras libertades del hombre, va devastando las comunidades cristianas en países como Irak o Siria, como Nigeria, Kenia y otros lugares de África, y tantos otros olvidados en la memoria colectiva de nuestro mundo. Pero la realidad está ahí, y es terrible: desde quedar marcados socialmente por el hecho de tener fe hasta ser asesinados por grupos terroristas, expulsados de sus casas o expuestos a amenazas, vejaciones y violencia. Ellos conocen cotidianamente la humillación gratuita, la marginación y el exilio, incluso el asesinato. Las iglesias son profanadas, destruidas por un integrismo que en el fondo nada tiene de auténticamente religioso. La presencia cristiana milenaria en estos países, con su gran riqueza, está en peligro, cercana a la extinción. Ante esto no podemos callar. No debemos callar hermanos y hermanas se ha de traducir en primer lugar en ser conscientes de esta realidad que están viviendo, para poder así rezar por ellos sintiéndonos cercanos a ellos, que viven esta situación de persecución y de cruz.
Los otros cristianos
Eduardo Osborne Bores
(Publicado en Diario de Sevilla, 8 abril 2015)
MIENTRAS nosotros celebrábamos los días grandes de la pasión y muerte de Jesucristo con la solemnidad festiva propia de nuestra tradición secular, muy lejos de aquí eran asesinados ciento cuarenta y ocho personas, la mayoría de ellos jóvenes estudiantes, por el simple hecho de ser cristianos. Ocurrió en la universidad de Garisa (Kenia) y el relato ofrecido en las parcas informaciones de los medios de comunicación no puede ser más escalofriante. Un grupo de terroristas armados entraron en la citada universidad y retuvieron allí dentro a casi medio millar de estudiantes, tras reconocer el terreno dejaron marchar a los musulmanes y ejecutaron sin piedad a continuación a los cristianos.
Cuando en esta parte del mundo tenemos una religión heredada que nos viene dada desde la cuna, protegida por nuestro estado de derecho, y que podemos practicar de manera privada e incluso pública, en otras partes menos afortunadas hay que ser poco que menos que un héroe para mostrar al mundo la condición de seguidor de Jesús. Los testimonios de los pocos que tienen la suerte de contarlo hablan de un atentado perfectamente planificado, de la hora y el sitio en que los desgraciados estudiantes se reunían en oración, y de la muerte de los compañeros rezando como si no hubiera pasado el tiempo desde la Iglesia perseguida de los primeros cristianos.
Así como en otros casos bien conocidos la sociedad mundial se ha movilizado a todos los niveles con sus gobernantes al frente y han sido miles las manifestaciones y gestos de repulsa ante la barbarie, sorprende que en un caso aterrador como éste apenas se hayan oído condenas ni declaraciones. Ese "silencio cómplice" denunciado con rabia por el papa Francisco con ocasión del viacrucis en el Coliseo de Roma es tanto más ominoso si cabe cuando procede de comunidades occidentales cuya relación con el cristianismo está en la génesis de su historia. ¿A quién le importan unas víctimas cristianas del tercer mundo?.
Fuera de nuestra burbuja de comodidad y bienestar, de creencias basadas sobre todo en la educación y en la rutina, hay otro cristianismo recio, sólido y comprometido que pone en juego día a día no media hora de religión o la cruz en la declaración de hacienda, sino su propia supervivencia. El de los olvidados, el de los desprotegidos, el del verdadero rostro de Dios, ése cuya pasión celebramos con tanta alegría la pasada semana.