Volver a tus plantas
En el tiempo pascual los ojos y el corazón de la Hermandad de Santa Marta se vuelven hacia la figura hermosa y maternal de Nuestra Señora de las Penas. Un año más volvemos a congregarnos ante su imagen de Madre amable e intercesora ante su Hijo por todas nuestras necesidades particulares y comunitarias como Hermandad y Cofradía.
Volvemos a tus plantas, Santísima Virgen de las Penas, con motivo de los solemnes cultos en tu honor, para encontrarnos, después de la conmemoración de la Pasión y Muerte de Jesús, con la celebración gozosa de la Resurrección del Señor, este “gran domingo” que dura cincuenta días y que en nuestra Hermandad protagoniza la Madre del Sepultado y Resucitado, pues, al igual que los primeros discípulos en Jerusalén, nos congregamos para orar todos unidos “con María la madre de Jesús” (Hch 1,14). Como afirmó San Juan Pablo II: “Ella recuerda a los discípulos el rostro de Jesús y es, con su presencia en medio de la comunidad, el signo de la fidelidad de la Iglesia a Cristo Señor”.
Volvemos a tus plantas para dar gracias a Dios por los frutos de la reciente Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral, profunda lección espiritual hacia el interior de nuestros hermanos y, al mismo tiempo, espléndida catequesis plástica a la vista de nuestra ciudad. Y para ofrecerte, Madre, todos los afanes y trabajos de nuestra Hermandad, tantos y tan variados: del Culto a la Caridad, de la Formación a la Juventud, de la convivencia cofrade a la vida cristiana, en todos estos meses y años de intenso trabajo de la Junta de Gobierno, que va concluyendo su misión y entregando sus frutos en tus manos, Señora nuestra de las Penas.
Y volvemos a tus plantas para recibir la fuerza de tu mirada de Madre y el Espíritu Santo necesario para continuar en nuestra tarea cofrade esencial como es vivir la Fe en la Hermandad, de convertirla cada día en nuestra comunidad de cristiana de referencia para jóvenes, mayores y niños; y desde aquí, amparados en tu aliento maternal, afrontar como cofrades la realidad de nuestro mundo, tan necesitado de “revitalizar la fe en los países donde ha perdido su pujanza por pereza intelectual de los evangelizadores, por distracción de la jerarquía en tareas administrativas y por hostilidad cultural externa” (Juan Vicente Boo, ABC, 4-7-2010).
Nos acercamos estos días ante tu altar de Triduo para decirte, Santísima Virgen de las Penas, con las palabras recientes del Papa Francisco en Fátima: “Bendita entre todas las mujeres, eres la imagen de la Iglesia vestida de luz pascual, eres el orgullo de nuestro pueblo, eres el triunfo frente a los ataques del mal. Profecía del Amor misericordioso del Padre, Maestra del Anuncio de la Buena Noticia del Hijo, Signo del Fuego ardiente del Espíritu Santo, enséñanos, en este valle de alegrías y de dolores, las verdades eternas que el Padre revela a los pequeños. Muéstranos la fuerza de tu manto protector. En tu Corazón Inmaculado, sé el refugio de los pecadores y el camino que conduce a Dios.” Amén.