¿Cofrades santos?, ¿por qué no?
Por qué no decidirnos a profundizar en nuestra vocación como cristianos y cofrades a la santidad, a llevar a término la perfección cristiana en el seno de la Hermandad
Isidro González Suárez Hermano MayorIniciamos un nuevo curso en la vida de la Hermandad. Una vez que la Junta de Gobierno ha preparado y planificado la programación en todas las áreas de la misma y que os llegan por medio de este Boletín, mis primeras palabras son una llamada a la participación y presencia de los hermanos en todos los cultos y acciones que, un ejercicio más -D-m.- llevaremos a cabo.
Todo cuanto a lo largo del año desarrollamos en la Hermandad, siguiendo el espíritu y la letra de nuestras Reglas, merece y requiere ser vivido y compartido por todos los hermanos de Santa Marta con corazón generoso y agradecido por lo mucho que se nos ofrece. Desde los cultos semanales de los martes –oración cotidiana que es como el latido constante de la Hermandad– hasta los solemnes en honor de nuestros Sagrados Titulares, y todas las demás actividades de Caridad, Formación y Convivencia que figuran en el calendario, son ocasiones que se nos presentan para vivir en cristiano y en cofrade con nuestros hermanos con cercanía y sencillez.
Dos lugares físicos deben atraernos cada vez más a los hermanos: la Capilla en la Parroquia y la Casa-Hermandad. En el templo de San Andrés tenemos la celebración de la Fe y también la visita y la oración personal y asidua con Jesús Sacramentado y con nuestras Sagradas Imágenes. Pisando su mármol llegamos a la cercanía de la Palabra de Dios esculpida en el Santísimo Cristo de la Caridad, en Nuestra Señora de las Penas, en Santa Marta. En nuestra Casa de Hermandad, como la de Betania, el encuentro real –nada virtual, aunque las redes sociales también ayuden- con los hermanos, afanados unos en las responsabilidades de gobierno, otros de atender a los más necesitados, algunos en ofrecer formación y vida cristiana para que conozcamos en dónde se sustentan nuestras devociones, y los más en la cálida y acogedora convivencia, enriquecedora de la vida de la Hermandad, en la que no faltan nuestros jóvenes, que tan buen testimonio de vivir la Hermandad nos ofrecen; para poner en práctica todos unidos el más cálido y mejor humanismo cristiano y cofrade.
Decía que por debajo de todo esto laten nuestras Reglas, que debemos leer y conocer. Pero más aún, el Evangelio y la Fe y la tradición de la Iglesia, que fundamentan esta vivencia religiosa y cofradiera que se encarna en día a día de la Hermandad. Tan cerca como estamos los cofrades de las cosas santas, tan próximos como tenemos los cultos solemnes a Santa Marta –con el recuerdo imborrable del pasado 29 de julio por lo acontecido en Roma-, la participación en el V centenario de Santa Teresa de Jesús o en la cercana canonización de Madre María de la Purísima, que vivió muy cerca de nosotros… ¿por qué no decidirnos a profundizar en nuestra vocación como cristianos y cofrades a la santidad, a llevar a término la perfección cristiana en el seno de la Hermandad? ¿Cofrades santos?, ¿por qué no? La «llamada» es para nosotros mismos, no sólo para otros. Este curso que ahora comenzamos es una buena ocasión para ello.