Balance e ilusiones
Cada tres años le corresponde al Hermano Mayor y a la Junta de Gobierno presentar ante los hermanos el balance de sus años de mandato y rendir cuentas de la gestión de la Hermandad, como haremos en el próximo Cabildo General de Cuentas y Cultos. Pero de alguna forma quiero también hacerlo llegar a todos vosotros a través de estas líneas.
En el momento de recapitular todo lo vivido y realizado en la Hermandad en los últimos tres ejercicios lo primero que me viene a la mente es la gratitud hacia el Señor y a tantos hermanos y personas amigas que nos han permitido llevar a cabo una gestión fructífera, creo, en todos los aspectos y esperanzadora en un futuro cada vez más espléndido de nuestra corporación. Repasando los principales aspectos de la vida de la Hermandad como son los Cultos, Estación de Penitencia, Caridad, Formación, Juventud y Convivencia en nuestra Casa-Hermandad, junto a la cantidad de citas y momentos que hemos vivido, la mayoría con una más que aceptable presencia y participación de hermanos, pienso que en todos ellos ha brillado, sobre todo, el espíritu religioso de Hermandad, de confraternidad cofrade, de amor a nuestros Titulares y a los hermanos plasmado, como digo, en infinidad de fechas, actos y encuentros de todo tipo celebrados que quedan ya en el archivo de nuestra memoria.
No quiero dejar de valorar el amplio capítulo de restauraciones y mantenimiento de nuestro patrimonio histórico y artístico que se ha llevado a cabo por Mayordomía, el trabajo callado y ordenado de la Secretaría y el lucido y extraordinario en estos años de la Priostía. Asimismo, el hermoso fruto que ha dado la colaboración con la Asociación Empresarial de Hostelería: gracias a las cenas benéficas celebradas –en este boletín se anuncia la III– nuestro Fondo de Acción Social es un precioso instrumento al servicio a los más necesitados del primer y tercer mundo. Y, por último, cómo no ponderar la emotiva y profunda celebración de nuestro Hermanamiento con la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén, digna clausura del «Año de la Fe», y la reciente y brillante conmemoración del 500 aniversario de la Hermandad Sacramental de San Andrés, cuyo eco encontrareis también en estas páginas.
Unido a todo ello está claro que ha habido sombras y deficiencias que corregir, aspectos que tenemos que perfeccionar, que conozco y asumo la responsabilidad de su mejora y corrección, en aras de que todas las parcelas de la vida de la Hermandad funcionen adecuadamente para el bien de nuestros hermanos y el mejor cumplimiento de los fines que las Reglas señalan.
Y junto al balance de la gestión de estos tres últimos años, también está la ilusión de afrontar una nueva etapa en favor de nuestra querida Hermandad para completar o culminar algunas de las ideas o proyectos del anterior mandato, o para llevar a la práctica los objetivos de una nueva Junta de Gobierno centrados, sobre todo, en la participación del mayor número de hermanos en la vida de la Hermandad.
Se nos presentan tres años por delante para continuar consolidando las parcelas principales de actuación de nuestra Hermandad, potenciándolas hasta donde podamos llegar, contando, desde luego, con la presencia de los hermanos en cada una de ellas: en la nutrida asistencia a los cultos, tanto semanales como solemnes a nuestros Titulares; en la más amplia participación en las sesiones de Formación, camino indispensable para conocer en dónde y sobre qué descansa nuestra devoción a las Sagradas Imágenes; en una vivencia de la Caridad aún más cotidiana y presente en nuestra Casa; y en aglutinar a un nuevo grupo de jóvenes hermanos alrededor de la Hermandad.
Para todo ello también es muy importante contar con la figura del Director Espiritual, del que carecemos hace dos años tras la marcha de nuestro querido Luis Fernando. La misma Introducción de nuestras Reglas valora su figura, afirmando que: “Será siempre necesaria la orientación doctrinal y pastoral del Director Espiritual en la ordenación de la vida religiosa y espiritual de la Hermandad. Su función litúrgica abarcará, en lo posible, todos los aspectos de la vida espiritual de los hermanos, y su caridad pastoral promoverá la unidad con la Iglesia y en el seno de la Hermandad”. A pesar de las distintas gestiones realizadas continuamos con las mismas, con la esperanza de poder cubrir adecuadamente este importante puesto del “Pastor de la Hermandad” (Regla 54ª) que nos ayude y acompañe espiritualmente en nuestro caminar cofrade.
Estas son las ilusiones que al comienzo de un nuevo curso quiero compartir con todos vosotros, haciéndome eco de las palabras del nuevo Delegado de HH. y CC., D. Marcelino Manzano en la homilía de la Misa de apertura de curso, en que, entre otras cosas, afirmó, parafraseando al Papa Francisco, que la Iglesia -la Hermandad-, debe «primerear», es decir dar el primer paso para ofrecer constantemente a sus hermanos y devotos su amplia oferta de vida cristiana y cofrade, y salir al encuentro de todos cuantos se acercan por nuestra Iglesia o por nuestra Casa para tenderles la mano y adentrarlos en nuestra Casa de Betania en Sevilla, donde sentir el calor de hogar de la Hermandad de Santa Marta.
El Hermano Mayor, los miembros de la Junta de Gobierno, los hermanos más asiduos… todos podemos dar un paso más en nuestro compromiso en la Hermandad, para hacerla aún más llena y más plena de vida cristiana y cofrade. Por estas ilusiones y por todas vuestras intenciones invoco para todos nuestros hermanos la ayuda y asistencia del Santísimo Cristo de la Caridad, de Nuestra Señora de las Penas y de Santa Marta. Laus Deo.
-------- Frase destacada:Repasando los principales aspectos de la vida de la Hermandad pienso que en todos ellos ha brillado el espíritu religioso de Hermandad, de confraternidad cofrade, de amor a nuestros Titulares y a los hermanos, plasmado en infinidad de fechas, actos y encuentros de todo tipo celebrados que quedan ya en el archivo de nuestra memoria