La última sesión del ciclo Cristianismo y Sociedad, celebrada el viernes 13 de febrero en nuestra Casa-Hermandad, tuvo un alto contenido social al abordar el ponente, D. Alfredo Flores, ex fiscal de la Audiencia y abogado en ejercicio, dos documentos de gran trascendencia en su momento, y de cuya promulgación se han conmemorado recientemente sus aniversarios.
Por un lado, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 fue puesta en valor como síntesis de un ética civil y universal que surgió tras las dos Guerras Mundiales, cuando la Humanidad necesitaba establecer, al menos teóricamente, unos derechos para tolos los hombres, con independencia de su raza, sexo, nación, religión, etc.
A su vez, la encíclica Populorum Progressio, publicada por el papa Pablo VI en 1968 es un esclarecedor documento que analiza muy directamente la injusticia social en el mundo y su secuela de hambre, pobreza y subdesarollo, destacando el ponente que a pesar de haber transcurrido cuarenta años desde su publicación poco se había avanzado en estas lacras de la humanidad.
Del análisis de estos dos documentos y de las circunstancias que los dieron a la luz versaron cantidad de cuestiones de índole social y del justo desarrollo humano, recalcando D. Alfredo Flores que sobre estas cuestiones la Iglesia, desde finales del siglo XIX con León XIII, había hablado alto y claro en numerosas ocasiones, pero que una cuestión diferente era su aplicación real por parte de la jerarquía, los laicos, las autoridades civiles, los agentes sociales, etc.