El sábado 5 de abril el Besapiés del Santísimo Cristo de la Caridad se abrió con la tradicional Meditación, a cargo en esta ocasión de D. Mariano Pérez de Ayala Conradi, Director de Cáritas Diocesana de Sevilla.
Las palabras de D. Mariano Pérez de Ayala nos ayudaron a meditar en esa noche grande para los hermanos de Santa Marta, apoyándose en tres momentos vida del Señor, que el meditador desgranó al modo de los ejercicios espirituales de San Ignacio, en tres momentos: contemplar la escena, “reflectir” sobre la misma, y un coloquio con Jesús sobre la misma.
La primera escena que centró la Meditación fue el pasaje del ciego de Jericó, Bartimeo, cuyo diálogo entre la luz y oscuridad concluyó con este hermoso poema:
LIBRA MIS OJOS DE LA MUERTE
DALES LA LUZ QUE ES SU DESTINO
YO, COMO EL CIEGO DEL CAMINO
PIDO UN MILAGRO PARA VERTE
HAZ DE ESTA PIEDRA DE MIS MANOS
UNA HERRAMIENTA CONSTRUCTIVA
CURA SU FIEBRE POSESIVA
Y ÁBRELA AL BIEN DE MIS HERMANOS
QUE YO COMPRENDA, SEÑOR MÍO
AL QUE SE QUEJA Y RETROCEDE
QUE EL CORAZÓN NO SE ME QUEDE
DESENTENDIDAMENTE FRÍO
GUARDA MI FE DEL ENEMIGO
¡TANTOS ME DICEN QUE ESTÁS MUERTO!
TÚ QUE CONOCES EL DESIERTO
DAME TU MANO Y VEN CONMIGO.
La segunda fue el encuentro de Jesús con Zaqueo, al que manifestó: “Zaqueo, baja, que hoy quiero hospedarme en tu casa”; y la última, la frase del evangelio de San Juan en la hora de la muerte de Jesús : “Todo está cumplido”.
Concluyó con este pasaje final de la Meditación con una oración en la espiritualidad ignaciana de los Ejercicios que dominó toda la Meditación:
“Lleno nuestro corazón de tu amor, al contemplarte esta tarde cercano, a nuestra misma altura, roto y entregado por nosotros, se nos llena el corazón de agradecimiento y deseamos ponernos a tus pies y con todo el amor que Tú siembras en nuestro corazón, ofrecerte nuestra vida.
Y quiero hacerlo con unas palabras prestadas. Son de aquella oración que San Ignacio pone al final de los Ejercicios Espirituales y que tan bellamente tituló como “Contemplación para alcanzar amor”, queriendo expresar la respuesta generosa a tanto bien recibido.
Esta tarde, ante Ti, Santísimo Cristo de la Caridad una vez más me atrevo con temblor a pronunciar:
Tomad, Señor, y recibid
toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento,
y toda mi voluntad.
Todo mi haber y mi poseer,
vos me lo disteis, a vos Señor lo torno,
todo es vuestro, disponer a toda vuestra voluntad,
dadme vuestro amor y gracia que esta me basta,
Amén”